Importante avance en la enfermedad de Alzheimer
( Publicado en Revista Creces, Enero 1998 )

Hasta ahora sólo se sabía que en esta enfermedad se acumulaban dentro de la neurona algunas proteínas aberrantes. Ahora se adelanta una hipótesis atractiva, que explica por que sucede esto y por que la enfermedad afecta a los viejos.

Quien más, quien menos, a todos nos asusta la temida enfermedad de Alzheimer, que hasta ahora no se sabe por qué se produce. En la edad madura se inician sus síntomas con pérdida de la memoria, hasta terminar con una demencia absoluta. En algunos casos, los menos, hay antecedentes familiares que hacen suponer que se trata de una enfermedad de causa genética. Efectivamente, diversos investigadores han descrito genes anómalos (mutaciones) ubicados ya sea en los cromosomas 1,14 y 21, que podrían provocarla. Con todo, en la gran mayoría de los casos no existen antecedentes familiares y tampoco parece existir alteración de ningún gen causante. Ahora investigadores holandeses creen haber ubicado la causa de la enfermedad en un error de la transcripción de la información genética, lo que llevaría a la formación de proteínas aberrantes que se acumularían en el interior de la neurona. Esta alteración explicaría la mayor parte de los casos de Alzheimer.

Como se sabe desde hace algún tiempo, en esta enfermedad se produce una acumulación anormal de al menos dos proteínas en el interior de la neurona, la denominada beta amiloide y la ubiquitina. Su acumulación llega a formar placas y enmarañamientos en el interior de la neurona, que termina degenerándola (fig.1). Ahora Fred van Leeuwen y sus colaboradores del Netherland Institute for Brain Research en Amsterdam, parecen haber encontrado la causa de esta anomalía, que no residiría en una alteración de algún gene, sino que en un error de la síntesis de estas proteínas (Science Vol. 279, pág.. 242, Enero 1998).


¿Dónde estaría la falla?

Bien sabemos que toda la información genética, que pasa de una generación a otra, está contenida en nuestros genes. Toda esta información se guarda en la molécula de DNA, en el interior del núcleo de cada célula. Se trata de una larga molécula, que guarda en su estructura los 80.000 genes que son necesarios para que nuestras células funcionen, crezcan, maduren, envejezcan y por último para que mueran. Cada gen, que se activa cuando se necesita, envía la información a un lugar especifico del citoplasma de la célula (ribosomas), donde esta información se lee y se transforma en la síntesis de una proteína. La proteína es en último término, la ejecutora de la orden emanada desde el DNA. Si hay 80.000 genes diferentes, cada uno de ellos ordena la síntesis de una proteína especifica, es decir, 80.000 proteínas distintas, que van a desempeñar funciones bioquímicas diferentes.

Las proteínas están formadas por cadenas de aminoácidos, que como eslabones de una cadena, se unen según la información del DNA. Se trata de 22 aminoácidos diferentes, que según la información de cada gen, se ordenan en una secuencia determinada. Cada una de ellas tiene una responsabilidad específica en la compleja bioquímica de las células.

Todo este mecanismo es increíblemente complejo y está bajo el riesgo de constantes errores. Puede el error estar en la estructura del gene, lo que llevaría a la formación de una proteína aberrante (un error genético que se transmite de una generación a otra, como ha sido descrito en algunos casos de enfermedad de Alzheimer). Pero puede también el error estar en la transcripción de la información o en la formación misma de la proteína, lo que también llevaría a la síntesis de una proteína aberrante. Siendo tantos los errores que pueden ocurrir, la naturaleza ha llevado a que cada célula disponga de mecanismos correctores de fallas. Sin embargo, todos ellos pueden no ser suficientes, y en definitiva se llegue a la formación de una proteína aberrante, que no cumpliría su función para la cual está diseñada.

El mecanismo normal, ya se ha podido dilucidar en detalle: en un momento determinado, en el interior del núcleo de la célula, la información que contiene un trozo de DNA (un gen), es copiado en otra molécula complementaria, denominada "RNA mensajero". Es esta la molécula que luego abandona el núcleo y migra hacia
el citoplasma, a un lugar donde esta información va a ser leída y convertida en una proteína (ribosoma) (fig. 2).

En la enfermedad de Alzheimer, la falla estaría en la transcripción de la información. Se debería a un error del traspaso de la información desde el DNA, al RNA de transferencia. Como consecuencia, este transportaría un mensaje errado al citoplasma, lo que se traduciría en la producción de una proteína malformada (mutada), que al acumularse al interior de la neurona terminaría por entrabar y finalmente matar a la neurona. Es decir, la causa no seria una malformación genética, sino que un error en la transcripción de la información genética. Los investigadores han logrado ubicar el sitio preciso en que se produce el error, al cambiarse una base en el RNA mensajero. Esto basta para que la información sea errónea, siendo el resultado final una proteína aberrante.

Como consecuencia de todo esto, se acumularían y depositaria en el interior de la neurona, estas proteínas inútiles. "Es como si no pasara el basurero a retirar la basura", dice van Leeuwen.

Normalmente el beta amieloide se sintetiza y forma parte de un precursor que está presente en la membrana de las neuronas, donde evidentemente debe jugar algún papel, que aún no se conoce. Pero en su forma aberrante no sirve para nada y se acumula en su interior, hasta llegar a destruir la célula.


El Alzheimer y la vejez

Existen numerosas teorías acerca de por qué envejecemos, pero una de las más en boga, dice que con los años, se irían produciendo errores que se irían haciendo acumulativos en este complejo proceso de expresión del mensaje genético, lo que haría a la célula cada vez menos eficiente, hasta terminar con la muerte por alguna enfermedad intercurrente.

También se señala que buena parte de estos errores serían provocados por la acción de los llamados "radicales libres", que al ser muy reactivos, dañarían en alguna parte al DNA, o a alguna proteína, o por último a los lípidos de la membrana celular (K.Hensley y col. Proc. NatI. Acad. Sci. USA, 91, p.3270, año 1994).

Según Saven Khachaturian Consejero de la Asociación Alzheimer, este hecho, junto al descubrimiento de Van Leeuwen, de que la enfermedad se debería a un error en la transcripción de la información, pone a esta enfermedad en un nuevo contexto, al conectaría con el envejecimiento, cosa que hasta ahora no tenía una explicación clara. Esto también abriría un nuevo camino para nuevas investigaciones que orienten a su tratamiento, tratando de neutralizar la nefasta acción de los radicales libres.


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