Se está iniciando así, lo que los biólogos, han denominado "la era del genoma", cuyo impacto en la sociedad humana, significará una nueva y verdadera revolución, más trascendente que la misma revolución industrial. La potencialidad que significa el poder modificar los procesos biológicos, ya está teniendo significados importantes en medicina y la industria farmacológica. Sin embargo, poco se ha enfatizado respecto a la trascendencia que tendrán estos avances en las áreas industriales de fermentación, en los cultivos agrícolas, forestales, marinos y hasta en la extracción minera. Ello significará nuevos procesos productivos, más eficientes, con menor gasto energético y sobretodo nuevos productos biológicos de los más variados usos, todo lo cual dejará obsoleto lo conocido hasta ahora.

Los progresos que en estos campos se están logrando, son tales y tan rápidos, que es muy posible que en el futuro ya cercano se produzcan profundos cambios en las estructuras económicas y sociales, que necesariamente van a favorecer a aquellos países capaces de generar estas nuevas tecnologías, en desmedro de aquellos que se queden atrasados.

Los avances influirán poderosamente en la utilización de los recursos naturales, impactando
directamente a aquellos países menos desarrollados, que han basado en ellos su desarrollo económico, pero que carecen de una infraestructura científico tecnológica que les permita en el futuro competir. Chile, sin duda que es uno de ellos. En los últimos años nuestro país, ha logrado avances importantes en el uso de sus recursos naturales, pero en adelante les será difícil seguir progresando, por el atraso científico-tecnológico actual.

En el pasado fue relativamente fácil tener acceso a la tecnología extranjera, para lograr la transferencia necesaria para la adecuada utilización de los recursos naturales. En la actualidad estas circunstancias han cambiado fundamentalmente, dado que nuestro país aparece como la competencia para los países avanzados productores de estas tecnologías. Por otra parte, en el progreso de la biotecnología han ido teniendo importancia cada vez mayor las grandes corporaciones, que desarrollan y/o encargan su propia investigación y que protegen el uso de las tecnologías derivadas de ellas por el actual sistema de patentes, al que Chile ha tenido que adherir.

De todo esto se deduce que para nuestro país es imperioso lograr una propia infraestructura científico-tecnológica que permita competir y dar mayor valor agregado a los productos de exportación, basado en los recursos naturales. Para ello se necesita una acción combinada del Estado (que debe desarrollar una política adecuada), las universidades y centros de investigación y las empresas privadas productoras.

Algunas universidades recientemente, han comenzado a dar los primeros pasos, tratando de implementar centros de investigación biotecnológicos especializados en diferentes áreas. Tal es el caso de la Universidad de Santiago, Universidad Mayor, Universidad Federico Santa María y Universidad Católica de Valparaíso. Sus intenciones, (y ojalá que tengan éxito), son trabajar en estrecho contacto con el sector productivo. Falta también que el Estado y el sector productivo privado hagan un esfuerzo. Todo ello es urgente, porque estamos demasiado atrasados.