Los microbios de la boca
( Publicado en Revista Creces, Julio 1998 )

En la boca no sólo esta el Streptococcus Mutans, a quien se culpa de las caries, sino también a miles de otras especies microbianas diferentes, formando un complejo microsistema microbial. La humedad, la temperatura y los abundantes nutrientes constituyen un verdadero paraíso para el desarrollo de los gérmenes. Por ahora la única defensa es la higiene bucal.

En la boca existen los más variados bichos que uno se pueda imaginar: hongos, protozoos, virus, parásitos intracelulares y sobre todo bacterias. La mayor parte son residentes permanentes y muchos se encuentran sólo en la boca humana, y son diferentes a los de las bocas de otros mamíferos. Según George Bowden, microbiólogo de la Universidad de Manitoba "en la boca existe un ecosistema muy complejo".

Aunque nos sorprenda, con una temperatura de 36oC, con una humedad constante y un flujo de nutrientes asegurado, la boca representa un paraíso permanente para los gérmenes. Cada milímetro de mejilla, cada pliegue de las encías, cada papila de la lengua está abundantemente habitada por un sinnúmero de ocupantes. Aun cuando nos cepillemos los dientes todos lo días, hay allí miles de millones de bacterias.

Diversas estimaciones señalan que en la boca hay entre 200 a 500 especies diferentes. Hay bacterias esféricas, en forma de bastoncitos y formas enrolladas que están ancladas y que se mueven sólo para dividirse. Otras en cambio tienen filamentos que las impulsan. Existen también microorganismos mayores como la "Trichonas tenax", que usan su flagelo para nadar en la saliva. Existen también amebas, como la "Entamoeba gingivalis" que se desplaza por la superficie de los dientes y en los bolsillos de las encías para buscar su alimento o cazar bacterias. En fin, un animado mundo microscópico.

A pesar de esta enorme riqueza de microorganismos, los esfuerzos de estudios han sido solamente el "Streptococcus mutans", Ia bacteria en forma redonda que sólo se encuentra en los dientes humanos. Se ha culpado a su hábito de alimentarse de azúcar y secretar ácido láctico, de ser el causante de las caries dentales. Desde el año 1956 se están buscando métodos para contra restarla, ya sea usando agentes antimicrobianos o preparando vacunas que permitan su destrucción, con más o menos éxito. Contra esta bacteria se han concentrado los esfuerzos y acuñado la frase que señala "un diente limpio, no tiene caries". A pesar de todo, hay mucho más que eso.


La jungla bacteriana está al acecho

Sin embargo, desde hace tiempo que se ha estado estudiando la enorme variedad de bichos que existen en la boca. Es así como en el año 1966, un equipo del Royal Dental College de Dinamarca, realizó la primera experiencia en 11 voluntarios que aceptaron colocarse coberturas removibles en sus dientes, absteniéndose de cepillarlos por tres semanas. Al remover estas coberturas en diferentes períodos de tiempo y examinarlas al microscopio, los investigadores pudieron comprobar el crecimiento de las colonias bacterianas en verdaderas placas. En este proceso observaron que en función del tiempo, se iba produciendo todo un cambio ecológico sucesivo y dinámico, en que comunidades de microorganismos iban desplazando a sus predecesores, los que a su turno también eran desplazados, hasta finalizar en un equilibrio en un clímax de toda la comunidad.

Esta placa, como un biofilm, es difícil de destruir. (Los microorganismos se organizan en biofilm). En todo caso el proceso de formación se inicia después de seis horas de haberse cepillado los dientes, apareciendo allí bacterias esféricas como el "Streptococcus oralis" y "Streptococcus mitis", junto con microorganismos en forma de bastancitos, como los "Actinomyces naeslundii". Después de un día sin lavarse los dientes, éstos se han cubierto con una capa de estos colonizadores. Más tarde comienzan a aparecer los bastoncitos mayores y especies filamentosas, como el "Fusobacterium nucletum", microbios productores de azufre que da el mal aliento. En los días siguientes, si aún no limpian los dientes, se desarrollan estructuras complejas formadas par diferentes especies, incluyendo los "Trepanomas denticola" y el "Chorynebacterium matruchotti".

Después de semanas, este caleidoscopio llega a un clímax y logra un período de relativa calma, y se forma así una placa de 20 células que alcanza un grosor de 15 micrómetros. Si continúa la falta de higiene, la placa puede alcanzar un grosor de hasta un milímetro.


Los besos, los buenos besos

Phillip Marsh, del Applied Microbiology and Researh en Wiltshire, y su equipo han estado investigando como los microbios de la boca se adaptan a los cambios del medio ambiente y cómo éstos llegan a la boca. Usando la estructura del DNA de las bacterias para individualizarlas, han podida seguir el paso de éstas de un huésped a otro. El análisis de la saliva de las lactantes y de sus madres revela la comunidad oral de los microbios entre una y otra. Luego entre los 19 y 31 meses de edad, comienza la infección con S.mutans, período que corresponde a la erupción de los dientes. De allí en adelante se van produciendo diferentes secuencias de infecciones de diversas microorganismos. Todo parece demostrar que las diferentes especies se adquieren temprana en la vida y persisten por el resto de ella.

Otro hallazgo interesante es que en el caso de la cepa S.mutans no se intercambia entre marido y mujer. Sin embargo, el Actinobaciluus actinomycetemcomitans, microbios culpables de la enfermedad de las encías, se
pasan en los besos de las parejas. A excepción de ésto, las personas parecen ser notablemente resistentes al traspaso de bichos. Así por ejemplo traspasar el S. Mutans de un adolescente a un adulto es muy difícil. Los estudios de DNA bacteriano no muestran una correspondencia, por ejemplo, entre padre e hijo. Pareciera ser que la similitud de bacterias entre la madre y lactantes se debe al traspaso inmunitario, ya sea durante el embarazo o por anticuerpos contenidos en la leche materna. Otra cosa sucede si los niños se alimentan con biberones.

En todo caso, los estudios con estas nuevas tecnologías que permiten estudiar e individualizar diferentes cepas, están recién comenzando y en el futuro pueden aportar promisorios resultados para comprender la dinámica del cambio ecológico de las bacterias de la boca. Muchas de ellas no son dañinas, pera otras si lo son y tal vez se llegue a encontrar antagonismos entre unas y otras, como lo señala Jeff Hillman en sus resultados preliminares.


(New Scientist, Marzo 14, 1998, pág. 37).



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