Vacunas en base al DNA del germen patógeno
( Publicado en Revista Creces, Julio 1998 )
Grandes expectativas han surgido en una nueva modalidad de producir vacunas en base a trozos del DNA del germen patógeno. A pesar de que los resultados son muy alentadores, aun no se sabe exactamente como funcionan.
La historia de las vacunas se inició hace doscientos años, cuando Edward Jenner descubrió la vacuna de la viruela. Desde entonces hasta ahora se ha avanzado mucho, y han sido enormes los beneficios con el uso de vacunas contra las más diferentes enfermedades virales y bacterianas.
Las vacunas actúan entregando al sistema inmunológico (linfocitos) una información previa de un potencial futuro agresor, de modo que cuando éste realmente llegue, sea rápidamente reconocido por el sistema inmunológico y éste tenga todos sus armamentos preparados para el ataque y posterior destrucción de él. Es por esto que las vacunas se preparan con los mismos microorganismos que producen la enfermedad, pero previamente atenuados en su acción patógena (Vacunas y adyuvantes).
Recientemente, se ha podido comprobar que para preparar la vacuna, muchas veces no es necesario el germen entero, sino que bastan proteínas constituyentes de él que siendo específicas, permiten también individualizar al microorganismo patógeno. La ingeniería genética ha permitido producir proteínas específicas de algunos gérmenes, que al inyectarse, producen igual respuesta inmunológica. Ello ha significado un avance, ya que así se pueden preparar vacunas más poderosas y que no tienen riesgos. Con las antiguas vacunas, preparadas con gérmenes enteros, aunque previamente se inactivaran, siempre existía el riesgo que en algunos casos se produjera la enfermedad. Pero al inyectar sólo proteínas del germen, esto no puede suceder.
Los conocimientos siguen progresando y últimamente ha surgido una nueva posibilidad para preparar las vacunas. Tal es el uso de trozos de DNA del germen, que también son específicos para cada uno de ellos. Se sabe que el DNA de cualquier organismo vivo mantiene la información necesaria para codificar y producir todas las proteínas que éste necesita para su funcionamiento. Trozos de DNA constituyen los genes, y cada gene específico, codifica una proteína específica. En esta forma, al inyectar un trozo desnudo de DNA se están inyectando genes, que pueden servir como vacuna, ya que se espera que éste entre a las células humanas y allí ellas sinteticen las proteínas específicas del germen, las que a su vez van a llegar a despertar la respuesta inmunológica respectiva en los linfocitos. Esto es la teoría, pero la realidad es que aún hay muchos misterios por resolver para llegar a entender completamente el mecanismo íntimo de acción. El hecho es que el DNA desnudo es capaz de despertar una respuesta inmunológica.
Estas vacunas así logradas se han llamado "vacunas génicas" o "vacunas de DNA desnudo" y son preparadas con un trozo de DNA del germen patógeno.
Algo no esta claro
Fue Margaret Liu, del Centro de Investigaciones de los Laboratorios Merck en West Point, Pennsylvania, quien por primera vez en 1993 observó que inyectando por vía intramuscular a ratas con genes (DNA) del virus de la influenza, éstas se inmunizaban contra la enfermedad. En un primer momento se pensó que eran las células musculares las que tomando el DNA inyectado expresaban las proteínas correspondientes y que estas mismas células presentaban estas proteínas extrañas a los linfocitos T de la sangre para que produjeran los anticuerpos. Pero pronto se vio que la cantidad de proteínas que producían estas células musculares era muy baja, y además se sabía que las células musculares eran malas presentadoras del antígeno a los linfocitos. Investigaciones posteriores demostraron que no eran las células musculares las que presentaban el antígeno (la proteína), sino que eran las "células dentríticas", que se encuentran en todos los tejidos del organismo.
Los estudios han continuado y se ha logrado incrementar la respuesta inyectando junto con el DNA del germen, el DNA de mensajeros inmunológicos llamados citoquinas. Estas citoquinas que actúan como verdaderos adyuvantes (Creces, Marzo 1997, pág. 12), logran incrementar la respuesta inmunológica hasta cien veces, con lo que se puede lograr excelentes vacunas.
Proyecciones futuras
Todo esto ha provocado una verdadera revolución en el área de las vacunas y existe gran optimismo, ya que se piensa que por esta nueva tecnología va a ser posible llegar a producir vacunas efectivas contra enfermedades que hasta ahora no ha sido posible.
Ya son muchos los grupos de investigadores que están trabajando en ello, y ya ha habido congresos científicos exclusivamente dedicados a este tema. En un comienzo, el Food and Drug Administration (FDA) de USA, estaba renuente a autorizar ensayos clínicos con esta tecnología que parecía tan radical. Inyectar DNA directamente es algo que preocupa, ya que se teme que ello pueda producir problemas, como mutaciones, alteraciones del propio DNA o incluso inducir un cáncer. La Organización Mundial de la Salud ya ha dictado las normas para los ensayos clínicos con este tipo de vacuna, y también el FDA recientemente ha entregado un documento con los puntos a considerar para ello.
El hecho es que ya media docena de vacunas preparadas en esta forma están en la etapa de ensayos clínicos. Ellas incluyen vacunas contra el SIDA, influenza y cáncer. En este último caso, el objetivo no es prevenir el cáncer, sino que acicatear al sistema inmunológico de personas que ya lo tienen, con el objeto que sea el propio sistema inmunológico que colabore a combatir las células cancerosas.
Mientras tanto, en otras etapas se está trabajando en vacunas contra la rabia, el herpes genital, el sarampión y en el tratamiento de enfermedades autoinmunes y la alergia. Tal vez uno de los avances más interesante es lo logrado con una vacuna contra la malaria, donde se ha podido observar que el DNA produce una enorme respuesta inmunológica Habrá que esperar qué sucede en adelante.
(Science, vol. 278, Diciembre 1997, pág. 1711).