Inteligencia: Genética y medio ambiente
( Publicado en Revista Creces, Octubre 1997 )
La capacidad mental de una persona, ¿es dependiente sólo de factores genéticos o solamente de factores ambientales? Y si son ambos los que influyen ¿en qué porcentaje cada uno? La respuesta no es simple, porque es de imaginar que en la medida que transcurre la vida, el medio ambiente debiera ir paulatinamente pesando en forma progresiva. En otras palabras, puede que en los primeros años de vida los factores genéticos pesen más, pero en la medida que se vaya desarrollando la vida, vayan siendo cada vez más importantes los factores ambientales, de acuerdo a la acumulación progresiva de experiencias que pueden ir marcando la diferencia. Pero parece quo no es así. En un trabajo (Science, vol. 276, Junio, 1997), publicado por Robert Plomin y sus colaboradores, del Instituto de Psiquiatría de Londres, describen que los factores genéticos son determinantes en la inteligencia y que este predominio persiste sin cambio en función de la edad de la persona.
Plomin desarrolló un interesante modelo que le permite llegar a esta conclusión. Para ello estudió mellizos ancianos de 80 años, divididos en dos grupos. El primero, formado por 110 mellizos idénticas (univitelinos), alertas mentalmente, que obviamente compartían el 100% de sus genes y los compara con otros grupos de l30 mellizos del mismo sexo y de la misma edad, pero no idénticos (mellizos fraternos), que tenía a lo menos el 50% de genes comunes. En todos ellos estudió las habilidades cognitivas, mediante un test que le permitía diferenciar en estos mellizos, los factores genéticos de lo ambiental.
Así pudo determinar, quo los factores genéticos, a los ochenta años de edad, contribuían en un 62% en el desarrollo de las habilidades mentales, un porcentaje muy similar a lo que se encuentra en mellizos idénticos en edades de adolescentes y adultos jóvenes. El resultado ha sorprendido a muchos científicos, que esperaban que las experiencias de la vida, fuera gradualmente minimizando el rol que en la inteligencia puedan jugar los factores genéticos.
Con todo, los autores señalan que estos resultados no significan que las habilidades mentales estén fijadas rígidamente por nuestros genes, o que las experiencias sean irrelevantes en la medida que se envejece. Por el contrario, hay un 38% de factores que no se pueden explicar por la herencia y esto deja un margen muy amplio para que influyan los factores ambientales y los acontecimientos de la vida.