Maltrato infantil
( Publicado en Revista Creces, Octubre 1998 )
El maltrato infantil, no es un problema nuevo. El niño ha sido un ser sin derechos, abusado y abandonado desde el comienzo de la humanidad. Solo en las últimas décadas ha habido un real interés por preocuparse de este problema que es bastante complejo, ya que es la manifestación de características de los padres, del niño y factores del medio sociocultural, pues donde mas existe el maltrato es en el seno de la propia familia. Es allí donde se cometen los mayores actos de inhumanidad contra los niños.
El síndrome del maltrato infantil no sólo trae consecuencias físicas, sino también, daño en la formación de la personalidad, en el desarrollo social y con riesgo de transformarse en adultos desadaptados.
A raíz de la Declaración de los Derechos del Niño, se ha ido modificando la actitud de la sociedad frente al niño y ahora se ha abierto una puerta para que este problema salga a la luz. Chile no se ha escapado a la presencia de maltrato infantil durante su historia y hay casos que han sido extensamente publicitados por la prensa. El conocimiento de este problema se ha hecho manifiesto, porque se ha comenzado a hacer estudios y se ha informado al público. En 1977, el Instituto Médico Legal certificó la muerte de 24 menores por agresión; en 1982 esta institución registró 300 casos de maltrato y en 1983, 350. UNICEF estimó entre 800 y 1.200 los casos anuales de maltrato en Santiago solamente, y la Sociedad del Niño Agredido, estima en 50.000 la incidencia en el país (1988) y esto ha ido en aumento. También se ha estimado que uno de cada dos niños maltratados muere después de ser devuelto a sus padres y el 50% de los niños muere al final de tratamiento.
Sin embargo, es difícil determinar la magnitud del problema, pues existe temor de acudir a los Juzgados para hacer la denuncia (vecinos u otros), la escasez de estudios bien controlados y la inexistencia de definiciones comúnmente aceptadas por distintas disciplinas. Tal es así que muchos niños maltratados pasan inadvertidos por los médicos, no quedando constancia en el diagnóstico, y las lesiones son atribuidas a otras causas. Igualmente, la legislación de menores no define claramente el concepto de maltrato. Todo esto contribuye a que no se cuente con antecedentes estadísticos confiables que es necesario conocer.
La violencia es considerada una de las enfermedades sociales más arraigadas en la población, cuyas manifestaciones están moldeadas por la cultura y la crianza que se ha recibido, pero algunas veces el modelo aprendido se revierte y no se repite la conducta de padre o madre castigadora. La violencia aparecería en la familia como el resultado de una disfuncionalidad en el sistema familiar y esto ocurre más en las familias uniparentales que tienen un gran número de problemas y son pobres.
La forma de demostrar la violencia es a través de un castigo, el cual es un acto agresivo negativo contra la persona, cuyo fin es disminuir la conducta considerada problema. El castigo puede ser físico (causa dolor físico y sufrimiento psicológico), psicológico (conducta verbal o gestual aversiva), y social (conducta verbal o gestual aversiva respecto a normas y valores de la sociedad). Sin embargo, resulta difícil diferenciar el maltrato de aquellas conductas aceptadas para enseñar, formar hábitos o disciplinar a los niños (castigo físico o psicológico) y a su vez, diferenciar la negligencia y el abandono de la falta de recursos entre los más pobres. Pero cualquiera definición que se hace sobre el maltrato infantil, debería considerar en el niño agredido: su sistema familiar y el entorno sociocultural donde ocurre la interacción.
La Sociedad del Niño Agredido define este síndrome como: toda forma de violencia física y/o psicológica por acción u omisión, realizada en niños por sus padres o guardadores, en forma habitual e inmotivada, o en caso único, desproporcionada a las circunstancias, sin intención de matar y sin que sean actos de otro carácter como el sexual que configuran otros delitos.
Las consecuencias del maltrato físico, amén de dejar secuelas en el propio organismo, dejan también secuelas en el ámbito psicológico tales como: dificultad para demostrar afecto y relacionarse con los demás, baja autoestima, timidez, agresividad, desconfianza y depresión entre otras.
Existirían situaciones de riesgo en el propio niño para ser maltratado tales como: ser producto de un embarazo no deseado, separación neonatal prolongada, enfermedad crónica (hiperquinesia, epilepsia, malformaciones congénitas, deficiencia mental), incapacidad de controlar esfínteres, retraso psicomotor o de lenguaje que no es detectado por los padres y pierden la paciencia cuando el niño tiene problemas.
También habría ciertas características que poseerían los padres para llegar a ser maltratadores tales como: haber sido agredidos de niño, autoritarismo paterno legitima la agresión, inmadurez emocional, neuróticos, psicóticos, deficientes mentales, toxicómanos con reacciones depresivas, impulsivos y manejadores, incapacidad de enfrentar las tensiones, baja tolerancia a la frustración, fácil pérdida del control, socialmente aislados, incapacidad para evaluar experiencias pasadas y reconocer lo apropiado de una situación.
Las características de las familias como medio ambiente donde ocurre el maltrato, puede ser de diversos tipos. Aquellas donde los niños pasan a ser cosas y son el chivo expiatorio de situaciones de crisis en los conflictos del propio sistema familiar. Familias que no tienen bien definidos los límites y existirían trastornos en la organización jerárquica. Familias que están sufriendo tensiones (cesantía, inestabilidad conyugal, hacinamiento, enfermedad...) que lleva a los padres a descargar sus emociones en los hijos a través de los golpes.
Nosotros quisimos conocer lo que ocurría en nuestra sociedad y estudiamos a un grupo de padres de familias que presentaban el Síndrome de Maltrato Infantil comparándolas con aquellas provenientes de familias sin dicho síndrome a fin de ir teniendo un perfil de lo que ocurre en la familia chilena que presenta un niño maltratado.
En nuestro estudio se comparó a familias con dicho síndrome contra otras de iguales características socioeconómicas, de estructura familiar, sexo y edad de los menores a fin de evitar que estas variables pudieran interferir en los rasgos de la familia que presenta maltrato de un hijo. Las familias tenían hijos entre 0-11 años y el promedio de edad fue de 4.5 años. El 73% de las familias pertenecía a un nivel bajo y un 26,7% a uno medio. Se detectó que el 90.9% de los niños maltratados fueron hijos no deseados. Esto estaría corroborando lo que otros autores han descrito.
Dado la similitud de los grupos estudiados desde el punto de vista socioeconómico y de estructura familiar se encontraron pocas diferencias. Entre ellas se destacan en el diagnóstico familiar, el índice de conflictos familiares (p<0.05%) que es mayor en el padre que maltrata al hijo y aquel presenta un índice muchísimo menor de comunicación con sus hijos (p<0.04). Estos dos aspectos podrían indicar que el ambiente de las relaciones entre la pareja es más conflictivo, que se vive mas tensionado por constantes desacuerdos entre ellos. También se le suma la incapacidad de enfrentar los problemas para buscarle una solución (p<0.009), lo cual podría reflejarse en la descarga de dicha tensión en el niño. Esto concuerda con otros estudios que dicen que los padres no tienen la capacidad para resolver sus problemas.
A su vez, el padre maltratador presenta una baja comunicación con sus hijos en general, lo cual podría significar el poco interés que demuestra en conversar con ellos, por lo tanto sus relaciones serían mas de tipo normativo que de una franca comunicación. Esta falta de interés podría manifestarse en la falta de participación con su familia a la hora de desayuno (p<0.04), ya que podría producirse allí, nuevos desacuerdos con su pareja. No hay que olvidar que las familias fueron pareadas por el mismo número de miembros familiares, de manera que los padres provenientes de la familia normal, no tienen problemas para estar presentes con sus hijos en ese momento.
Al nivel de los modelos parentales se encontró una tendencia a haber sido más abandonados por su progenitor los padres de familia con Síndrome de Maltrato Infantil, situación que no se presentó en los padres de familia normal. Es muy posible que esta diferencia se manifieste significativa si la muestra hubiese sido mayor. Aquí podría aparecer la falta de un modelo paterno que sirva de referencia, ya que si lo tuvieron fue el sustituto, que muchas veces no es el ideal. Esto se refuerza con la diferencia encontrada al nivel de las cualidades admiradas en el padre o sustituto. El padre de familia con Síndrome de Maltrato Infantil consideró menos la cualidad de formador en su padre o sustituto (p<0.04).
El conjunto de la vida pasada tiende a ser mas negativa en el padre de familia con Síndrome de Maltrato Infantil. Sin embargo, hay algo que no es muy congruente. Estos padres se sintieron ser el hijo preferido entre sus hermanos (p<0.003). Tal vez esto podría significar una sobreprotección que los ha llevado a la incapacidad de afrontar los problemas y buscarle una solución, porque siempre tuvieron, fundamentalmente a la madre para que les solucionara las dificultades.
En cuanto a la socialización que recibieron los padres no se observó ninguna diferencia que permitiera saber si el nivel de premios y castigos pudiera haberles dejado alguna secuela.
Estos resultados están mostrando lo difícil que es llegar a tener un perfil claro y definido de la familia que presenta el Síndrome de Maltrato Infantil. Sin embargo, se refuerza lo que otros autores han reconocido como de vital importancia para comprender y tratar a la familia con Síndrome de Maltrato Infantil, el considerar las características de los padres, del niño y del medio ambiente sociocultural, en este caso reflejado en el pasado, es decir, los modelos parentales y la afectividad recibida durante la infancia y adolescencia.
Este estudio señala que habría que estudiar en mayor profundidad y a través de un diseño comparativo a fin de ir caracterizando claramente los rasgos del padre y de la madre maltratadores para que se pueda prevenir los sufrimientos de los niños y no esperar a que se produzca el maltrato con todas sus consecuencias. También es indispensable que la identificación del niño maltratado sea más eficiente, ya que existen muchos problemas para la pesquisa de ellos, pues no hay claridad en el diagnóstico y eso dificulta la colaboración de los distintos profesionales involucrados (médicos, enfermeras, asistentes sociales).
Ma. de la Luz Alvarez
Socióloga
Marcela Salas
Claudia Silva
Asistentes Sociales,
Universidad Tecnológica Metropolitana.