Nuevas posibilidades para disminuir el CO2 atmosférico
( Publicado en Revista Creces, Septiembre 1998 )

Ya comienza a tomarse en serio el calentamiento de la tierra por el efecto invernadero que ello significa. Para impedirlo unos proponen poner impuestos a la emisión de co2. También se propone buscar otras fuentes de energía o plantar más árboles. Finalmente otros proponen secuestrar el co2 en las profundidades de la tierra.

Ya son pocos los que dudan del riesgo real del calentamiento de la Tierra causado por la excesiva quema de combustibles fósiles y el consecutivo trastorno atmosférico que ello produciría (El efecto invernadero). La inminencia del riesgo ha llevado a pensar seriamente y proponer diversas alternativas. Muchos han sido partidarios de poner impuestos a la emisión de CO2 (el principal gas culpable del efecto invernadero) y que por este mecanismo, cada emisor disminuya la emisión. Otros recomiendan el reemplazo de la energía fósil por fuentes de energía renovables no contaminantes, como la energía eólica y la energía solar, cosa que ya se ha comenzado. Pero no recomienda incrementar el uso de energía nuclear.

Aparte de estas soluciones, otros investigadores están proponiendo otros métodos, como por ejemplo, plantar más árboles, que captan el carbón atmosférico y lo convierten en definitiva en madera. Pero para tener algún efecto significativo mediante esta recomendación, el esfuerzo tendría que ser enorme. William Moomaw un físico químico de la Universidad de Tufts, estima que si el esfuerzo se hiciera podría disminuirse el CO2 atmosférico sólo en un 10 a un 15%.

Otros científicos, como Howard Herzog del Massachusetts Institute of Technology de Boston, propone bombear el CO2 en las profundidades del océano. Sin embargo, otros piensan que esto sólo sería un cambio de una contaminación por otra. Pero el océano contiene por lo menos 50 veces más CO2 que la atmósfera y creen que el agregarle más no tendría un efecto negativo. Es así como los defensores de esta idea piensan que si el carbón se depositara a grandes profundidades no haría tanto daño, ya que tomaría cientos de años para que éste volviera a la superficie. Para experimentar, Herzog y sus colaboradores piensan iniciar una experiencia en las cercanías de Hawai, para ver si la idea realmente funciona.


Como secuestrar el CO2 en la tierra

Sin embargo, otros, más que depositar el carbón en el fondo del mar, han propuesto devolverlo al interior de la tierra. Muchos depósitos de gas natural contienen grandes cantidades de CO2, por lo que es posible se bombee allí más CO2, sin que se llegara a alterar el medio ambiente subterráneo. Los ingenieros del petróleo saben como hacerlo, ya que por años las compañías petroleras han tomado el CO2 que está en los depósitos subterráneo, y lo han inyectado en formaciones profundas con el objeto que este gas presione y así salga más petróleo. Aunque en este esfuerzo el CO2 vuelve a salir a la superficie, se podría potencialmente buscar ubicaciones adecuadas para que permaneciera por siempre allí. Tal es el caso de los depósitos de petróleo ya extinguidos.

Algunas compañías petroleras ya están trabajando en este sentido. Así por ejemplo la empresa Sattoil, la mayor empresa petrolera Noruega, esta completando costa afuera las facilidades para separar el CO2 del gas natural que extrae de sus campo y en lugar de lanzarlo a la atmósfera, lo pretende devolver a las profundidades para economizarse así los impuestos que Noruega planea imponer a la liberación de CO2.

Aún más importante son los planes que diversas compañías petroleras (Móvil, Exxon, y la Cía Estatal Indonésica) están desarrollando en Natuna. Allí más de tres cuartos del gas natural que se obtiene, está constituido por CO2, y estas empresas han planeado devolverlo inmediatamente al interior de la tierra. De otra forma estarían contribuyendo con el 1% del CO2 producido globalmente, lo que es una enorme cantidad si se considera que ésta es sólo una fuente de emisión.

Pero la separación del carbón y su posterior inyección como CO2 al subsuelo puede ser especialmente relevante para países en desarrollo como India y China, que desean explotar grandes cantidades de reserva de carbón durante el presente siglo. Sólo China tiene más del 10% de los depósitos del mundo. Pero al usar estos depósitos tienen que previamente convertirlo a una fuente de energía limpia, como metano y metanol. En este proceso no pueden lanzar todo el CO2 a la atmósfera, por lo que tendrán que pensar en secuestrarlo como CO2 en las profundidades.


Otra idea ingeniosa

Carl Knopf ingeniero químico de la Louisiana Satate University, recientemente ha expuesto otra idea muy ingeniosa en la que él cree firmemente. Se trata de fabricar grandes hemi-esferas de concreto muy poroso, para luego lanzarlas al mar en estuarios y aguas costeras. Allí cada poro de la masa de concreto, sería colonizado por micro algas. Estas fijarían el carbón de la atmósfera y lo atraparían definitivamente en sedimento.

El investigador cree que cada una de estas hemi-esferas puede cada año remover cientos de kilos de carbón. El hace hincapié en el muy rápido crecimiento de las algas, que es 20 veces más rápido que lo que crece en la superficie. Estas para crecer y fotosintetizarse, necesitan extraer CO2 de las aguas superficiales que la rodean, el que es a su vez reemplazado por CO2 captado desde la atmósfera. Cuando el alga muere, cae al fondo y pasa a ser parte del sedimento. El resultado final es la remoción constante del CO2 atmosférico.

Uno de los desafíos para este proyecto es construir estas grandes bolas (3 metros de diámetro) con concreto químicamente neutro. El concreto normal es demasiado alcalino para las microalgas que tendrían que colonizarlo. Eventualmente el agua del mar lo neutralizaría, pero esto tomaría tiempo y mientras tanto sería colonizado por otros organismos que tienen menos poder de fijación que el CO2.

Irónicamente, neutralizar el concreto significaría aplicarle CO2 a alta presión mientras aún está húmedo. Durante el proceso habría, además, que tratarlo con elementos espumantes para lograr una estructura esponjosa con lo que se logra aumentar notablemente la superficie donde va a crecer el alga. Según los cálculos, en una bola de un metro de diámetro se logra aproximadamente una superficie activa de 100 m2 apta para el crecimiento de las algas. De este modo, cada una de estas bolas, se calcula que al año removería 200 kilos de carbón desde la atmósfera y el proceso sería continuo e indefinido.

El equipo de investigadores calcula que se necesitarían mil millones de bolas para remover de la atmósfera todo el CO2 que produce anualmente Estados Unidos. No hay que olvidar que este país es el gran productor de CO2.

Los primeros ensayos en el océano se iniciaron en 1999. Knopf pensó que para trasladar las bolas, primero deberían flotar, para lo cual tendrían que descansar sobre cojines inflados. Una vez que se llegara al lugar adecuado, éstas se desinflarían y las bolas se irían al fondo. La verdad es que se convertirían en verdaderas arrecifes artificiales.


Como detener la liberación del carbono

Una idea que fue adelantada por investigadores holandeses en 1989, y que sería aplicable es el procedimiento así llamado "gasificación integrada de carbón, combinado con las plantas eléctricas". Wim Turkenburg de la universidad Utrecht, explican lo que él y sus colaboradores propusieron: agregar oxígeno al carbón, para formar una mezcla de gas intermedio, que podría reaccionar con vapor de agua a alta presión, lo que resulta en la producción de hidrógeno y CO2. El hidrógeno puede quemarse para generar electricidad, mientras que se puede separar el CO2 para enterrarlo bajo tierra. Claro que según los autores, esto incrementaría el costo de producción en un 30%.

La producción de hidrógeno por esta técnica ya se está haciendo hoy día y en gran escala. Claro que con otro objetivo. Actualmente en USA, el 5% del gas natural está ya siendo convertido a hidrógeno para usarlo en la industria petroquímica o para fabricar fertilizantes. Esta producción podría expandirse rápidamente siempre que se le encontrara aplicación al hidrógeno, ya sea en plantas generadoras eléctricas o para vehículos de transporte impulsados por hidrógeno (El hidrógeno sería el combustible).

En todo caso, las posibilidades de "decarbonizar" el combustible fósil, son realmente promisorias. Pero la mayor dificultad está en como manejar con seguridad, grandes cantidades de CO2 (este gas, aunque no es tóxico, puede producir asfixia) y como hacerlo económicamente, ya que la separación y posterior secuestración tiene sus costos. En este sentido es atractivo lo que está haciendo la empresa Noruega, cuya motivación es el impuesto a la emisión de CO2 que comenzará a partir del año 2001. Con ello se lograría una adecuada explotación del combustible fósil, al mismo tiempo que disminuiría el riesgo del calentamiento de la Tierra. En todo caso, ya están surgiendo diversas proposiciones factibles y que no se contraponen entre sí. Lo importante es comenzar a actuar lo antes posible.



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