La Legionella
( Publicado en Revista Creces, Marzo 1982 )

La súbita muerte de 30 personas a causa de una neumonía aguda motivó intensa investigación y permitió aislar una nueva bacteria, la Legionella pneumophilia. Frecuentemente se habla de "enfermedades nuevas", pero en el fondo son antiguos males no suficientemente estudiados, como el caso de los rotavirus que producen la diarrea infantil y cuya presencia en Chile detectó el INTA.

No siempre resulta benéfico reunirse en un lugar cerrado para dialogar. Así por lo menos lo sostiene una agrupación -como miles de las que existen en Estados Unidos- y que ostenta el curioso nombre de los Legionarios Americanos. Ellos acostumbran a verse cada cierto tiempo en convenciones de tipo social, en donde los miembros lucen sus típicos gorros azules como distintivos. En 1976 la reunión fue citada en Filadelfia, y hasta allá llegaron cientos de delegados junto a sus esposas. La cita no habría tenido mayor trascendencia de no haber ocurrido un penoso suceso: a 182 asistentes les dio una neumonía con un cuadro pulmonar de tal gravedad, que 30 de ellos murieron. El hecho conmocionó al país entero por las extrañas circunstancias en que se desencadenó el problema.

Se hicieron todo tipo de conjeturas y se barajaron diversas hipótesis. La primera -como era de esperar- fue atribuir la enfermedad a un nuevo virus. Otros sostuvieron que se había producido una intoxicación aguda debida a algún metal. Se investigó también la posibilidad de una Psitacosis (conocida como la enfermedad de los loros) y se llegó a achacarle la causa de la bronconeumonía. No faltó quienes atribuyeron la situación a la presencia de un producto químico en los alimentos, el fluorcarbono. Como todas las conjeturas fallaban, se buscó un nuevo camino: culpar a supuestos terroristas o saboteadores. Antes de abandonar las investigaciones, se pensó que la causa del desastre podría estar en "una bacteria nueva" que se hubiera escapado de algún laboratorio que trabajase con recombinantes de DNA. Todas estas posibilidades fueron investigadas en detalle y nada pudo sacarse en limpio.


Buen diagnóstico

En 1977, dos científicos del Centro de Control de Enfermedades de Atlanta, Estados Unidos, dieron en el clavo: la enfermedad era producida por un nuevo tipo de bacteria que hasta ese momento no había sido identificada. Se logró aislar el microorganismo patógeno, al cual se denominó Legionella pneumophilia. Sus descubridores fueron los bacteriólogos Charles C. Sherland -un experto en lepra- y Joseph E. Mc Dade, especializado en Rickettzias, otro tipo de bacterias. Lo interesante del problema es que ambos especialistas parecen haber comprobado que la enfermedad no era en absoluto nueva. Sucesivas investigaciones han podido comprobar que esta bacteria estaría produciendo más de 70 mil casos de neumonía cada año en los Estados Unidos.

En una publicación del Journal of the American Medical Association, con diversos antecedentes se llega a la conclusión que sólo en los Estados Unidos fallecen más de 70 mil personas a consecuencia de neumonías producidas por la famosa Legionella, la mayor parte de ellos sin diagnóstico ni comprobación. Muchas de estas muertes se podrían prevenir si fueran tratados adecuadamente.


Contagio

La enfermedad no parece transmitirse de persona a persona. Por el contrario, se estima que las bacterias se inhalan con el vapor de agua o se difunden por los sistemas de aire acondicionado, tan común en las habitaciones norteamericanas. Otras veces, las bacterias están en las regaderas de las duchas. Pareciera ser que las bacterias se inhalan en forma de aerosoles, ya que estarían en las microscópicas gotitas de agua que le transmiten humedad al ambiente.

Tal vez sea por esta razón que la mayor parte de las epidemias han ocurrido en hospitales u otras instituciones médicas, o en edificios con sistemas de aire acondicionado o distribución central de agua caliente. Hace algunos años se ha sabido de numerosas denuncias en que aparecen brotes de bronconeumonia y se confirma la misma etiología.

En un hotel de Wisconsin, por ejemplo, se succionaron gotas de agua que contenían la bacteria y que estaban en una chimenea. Luego se esparcieron en un gran salón de reuniones, lo que provocó -como era de esperar- numerosos casos de neumonía. En un dormitorio de estudiantes de la Universidad de Bloomington, Indiana, se absorbió aire en una torre de enfriamiento del sistema de aire acondicionado y se encontró a Legionella. Seguramente episodios como éste, que también se comprobó en la Universidad de Vermont, son la causa de muchas neumonías que pasaron inadvertidas.


Tratamiento

Hacer el diagnóstico es importante, porque la neumonía generalmente es grave, sin embargo Legionella responde muy bien al tratamiento con eritromicina, un antibiótico que raramente se utiliza para el ataque antineumonía.

El estudio bacteriológico de Legionella ha progresado bastante y se sabe que no es sólo una especie, sino que por lo menos se han separado siete especies diferentes, todas capaces de producir el mismo tipo de neumonía. Más aun, parece que Legionella no sólo afecta al pulmón, sino que también puede localizarse en otros órganos, provocando sintomatologías diversas. Hace algún tiempo fueron comunicados otros 23 casos fatales en que Legionella estaba alojada en tejidos ajenos al pulmón, como ser el bazo, la médula ósea y los riñones. Esto parece indicar que la bacteria, primitivamente alojada en el pulmón, logra esparcirse por el torrente sanguíneo o tejido linfático.

La investigación ha permitido acumular nuevos antecedentes curiosos sobre esta bacteria. Científicos de la Rockefeller University descubrieron que Legionella puede invadir y crecer en el interior de los glóbulos blancos de la sangre (específicamente los monocitos). Esta propiedad de crecer en el interior de las células o filas enemigas es raro pero se presenta también en otras bacterias, como ser las que causan la tuberculosis y la lepra.


Enseñanzas útiles

Este descubrimiento enseña cuán poco sabemos de los gérmenes o virus que producen las enfermedades en el ser humano. "Enfermedad de los Legionarios", como finalmente fue bautizado este mal, es sólo uno de los tantos descubiertos. Se han descrito numerosos durante los últimos 40 años y probablemente quedan todavía muchos por descubrir. Así, por ejemplo, se ha descrito la "Fiebre de Lassa" y el "Virus Marburg", ambas enfermedades producidas por virus contagiosos y potencialmente letales. Se ha descubierto también el virus Norwalk y toda la familia de los rotavirus, que son la principal causa de las diarreas, especialmente en los meses de verano, con un alto compromiso en los recién nacidos.

La enfermedad de Kawasaki, que daña el corazón, y la enfermedad de Reyes, que luego de un resfrío daña al hígado y al cerebro con serio compromiso de muerte, son también otros cuadros clínicos de descripción e ignorados como tales. Las enfermedades en sí existían, pero se las desconocía, y las víctimas que ocasionaban eran denunciadas como sin diagnóstico o con una causa de muerte falsa. Hace ya varios años, científicos del Centro de Control de Enfermedades de Atlanta han descrito una enfermedad ocular nueva que denominaron "Conjuntivitis hemorrágica aguda", y que resulta ser producida por el Enterovirus 70, uno de los tantos virus que infectan el intestino.

Es difícil decir qué significa realmente una "enfermedad nueva". ¿Son verdaderamente nuevas o simplemente están siendo recién reconocidas?. O más bien, ¿se trata de una enfermedad ya conocida que por primera vez afecta a una región geográfica distinta? Lo cierto es que parece que son enfermedades que han existido siempre y que sólo ahora comienzan a ser diagnosticadas porque han mejorado los conocimientos de bacteriología y virología. A su vez, se han perfeccionado las técnicas de diagnóstico y aislamiento y el mismo progreso de las comunicaciones científicas incide en que se las encuentre en los lugares más inesperados del planeta.


Nuestro recado

El descubrimiento de la Legionella pudo haberse hecho mucho antes. Brotes de neumonía como el ocurrido en la infausta reunión de los legionarios, habían sido denunciados tiempo atrás. Uno en el Hospital Elizabeth, en Washington, en 1965, y otro en Pontiac, Michigan, en 1968, los que sólo posteriormente se pudieron confirmar. Incluso la Legionella había sido descubierta antes, con otro nombre, por los investigadores del Walter Reed Army Institute, quienes sostuvieron que se trataba de una bacteria que provocaba neumonía en el cuy, pero no en el hombre. ¡Y vaya que hace desastres cuando afecta al hombre!

En Chile, hasta donde nosotros sabemos, Legionella aún no ha sido descrita. ¿Es que no existe o no se la ha investigado? Probablemente sea lo segundo. Hasta hace algunos años se afirmaba, por ejemplo, que los rotavirus no eran problemas en Chile. Bastó investigar en el INTA de la Universidad de Chile para encontrarlo tanto o más que en los países desarrollados. Esto nos lleva a concluir que los peligros de falta de investigación científica se pagan con vidas que podrían salvarse.

Los legionarios claman ahora desde su tumba.



Fernando Mönckeberg Barros

INTA Universidad de Chile


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