Diagnóstico precoz de la dislexia
( Publicado en Revista Creces, Junio 2000 )

Ya en el recién nacido puede ser posible identificar una dislexia que se vaya a evidenciar mas tarde en la etapa escolar. El diagnóstico precoz muchas veces hace posible reducir o eliminar los problemas de lectura y escritura.

Durante los últimos años se han logrado avances que permiten comprender mejor qué es lo que funciona mal en el cerebro del niño disléxico que, en definitiva, retarda el proceso de aprendizaje. El trastorno es de gran importancia, ya que de acuerdo a un informe del National Institute of Health de Washington, el problema se presenta en uno de cada cinco niños. Hoy los especialistas afirman que esta dificultad está radicada en el cerebro y que necesita de ayuda para su corrección. El no hacerlo trae graves consecuencias que pueden persistir durante toda la vida. También el mismo informe enfatiza la necesidad de pesquisar la alteración lo más temprano posible, ya que mientras antes se intervenga, mayores son las posibilidades de compensación y menores serán los traumas y frustraciones a que se somete el niño (Dislexia: una enfermedad cerebral) . En la actualidad el diagnóstico se hace sólo cuando el niño comienza a tener serias dificultades en la escuela. Pero para esa época ya el cerebro no es tan plástico y se hace difícil desarrollar nuevas capacidades.

Dennis Molfese, una psicóloga del Southern Illinois University en Carbondale y sus colaboradores, se propusieron buscar signos que permitieran hacer el diagnóstico en el momento mismo de nacer o a las pocas horas después. Para ello estudiaron las ondas cerebrales en 186 recién nacidos (antes de 36 horas). A cada uno le conectaron electrodos en sus cráneos y grabaron la respuesta a sonidos de palabra y no palabras. En sus registros evaluaron el tamaño y velocidad de las ondas de respuestas.

Posteriormente los siguieron controlando cada dos años, hasta que alcanzaron los 8 años de edad. En cada control les determinaron el Cuociente Intelectual (CI) y también aplicaron tests de comprensión.

A los ocho años separaron a los niños en tres grupos de acuerdo a su capacidad de lectura: a.- normales, b.- bajo lo normal y c.- disléxicos. En este último grupo encontraron 24 niños disléxicos. Comparando la capacidad de lectura con sus ondas cerebrales detectadas al nacer, encontraron muchas diferencias entre el grupo de normales (que leían correctamente) y los disléxicos. Los autores atribuyen estas diferencias a daños selectivos cerebrales que afectarían al feto y que posteriormente se traducirían en trastornos del aprendizaje (dislexia).

Con estos resultados, Molfese y colaboradores señalaron en un reciente simposium de dislexia celebrado en el Instituto Max Planck (Alemania), que ellos podrían haber diagnosticado la dislexia en 22 de los 24 niños disléxicos, basándose en el registro de sus ondas cerebrales en el momento de nacer (New Scientist, Agosto 21, 1999, pág. 10). En ellos se podría haber intervenido tempranamente y aminorar o prevenir sus síntomas.

Con todo, el diagnóstico predictivo no parece ser tan específico, ya que cinco niños que no desarrollaron dislexia presentaban también las mismas características en las ondas cerebrales ya en el momento de nacer. El hallazgo es interesante, pero no muy práctico, ya que para sospechar la dislexia a esa temprana edad, habría que realizar una encefalografía a todos los recién nacidos.


Estudios anteriores

Nina Kraus de la Universidad de Northwesterm, afirma que muchos retrasos de aprendizaje en los niños residen en dificultades para distinguir ciertas sílabas conocidas como "fonemas". Ella y sus colaboradores piensan que existiría una base biológica que explicaría esta dificultad. Mediante una medición de las ondas cerebrales, ellos comprobaron que en estos niños el sistema auditivo del cerebro no era capaz de reconocer sílabas diferentes (Science, vol.273, pág. 971, 1996).

Según estas investigaciones, los niños que tienen problemas en distinguir algunos fonemas tienen un defecto primario que no está al nivel de la audición, sino más bien en el procesamiento cerebral de los sonidos, que estaría localizado antes que éstos alcancen los centros de lenguaje del cerebro.

Sin embargo, hay que dejar en claro que, bajo el diagnóstico de dislexia se engloban diversas dificultades del aprendizaje, que aun hoy en día no parecen bien definidas.

En todo caso, la mayor parte de niños catalogados de disléxicos son inteligentes y a veces sobre lo normal. Ellos pueden perfectamente compensar su dificultad, sobre todo si se interviene precozmente en las etapas en que el cerebro es más plástico. Para el diagnóstico precoz, mucho pueden ayudar los antecedentes genéticos, ya que frecuentemente igual problema de aprendizaje lo ha tenido también algún pariente, ya sean los padres, hermanos o tíos. Es recomendable que el pediatra, pensando en ello, insista en estos antecedentes y pregunte acerca de cómo le va al niño en la escuela y si le agrada o no asistir a ella.

Entre las diversas intervenciones diseñadas, existen nuevos juegos de computación destinados a enseñar a niños con problemas para distinguir ciertos sonidos, los que pueden ayudarlos significativamente en su dificultad.







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