Las supernovas dejan sus huellas en la Antártica
( Publicado en Revista Creces, Marzo 2000 )
La aparición de una supernova en el cielo corresponde al estallido de una estrella al final de su vida. En 1998 el satélite combinado alemán-US ROSAT que detecta rayos X, comprobó a un distancia de 640 años luz la existencia de los restos de la supernova. Según la fotografía los astrónomos calcularon que debió haber sido una estrella 15 veces más pesada que nuestro sol, por lo que debió brillar en el cielo con gran intensidad a comienzos del siglo XIV. Sin embargo nada de ello quedó registrado en las crónicas de la época. Pero ahora se ha encontrado un registro de ella en las profundidades de los hielos antárticos.
En el año 1979, investigadores perforaron el hielo del polo sur, y ahora al examinar el contenido de nitratos de las distintas profundidades del hielo, encontraron cuatro picos de nitratos que sobresalían del resto en distintas épocas (Fig. 1). Tres de estos picos coincidían con explosiones de supernovas que explotaron en los años 1181, 1575 y 1604, las cuales habían sido registrados por astrónomos de aquellos años.
Según los expertos, estas elevaciones del contenido de nitratos de los hielos, debieron haberse producido cuando alcanzaron la atmósfera de la tierra las ondas de radiación ionizantes producidas por el estallido de cada una de estas supernovas. Para ellos todo estaba claro, pero les sobraba un pico que había correspondido a una supernova no registrada en la historia. Ahora Cliffort Burguess de la Universidad de Mac Hill, Canadá y sus colaboradores, afirman que este cuarto pico corresponde a los restos de supernova que detectó el satélite ROSAT. Por la profundidad del pico nitrato en la muestra de hielo, éste corresponde al año 1320 ( 20 años, lo que corresponde con la edad calculada en los restos de supernova descubiertos por ROSAT.