Efectos saludables del alcohol
( Publicado en Revista Creces, Mayo 2000 )

Si el alcohol en exceso es muy dañino, todo parece indicar que en pequeñas cantidades seria saludable. El problema esta en encontrar el punto de equilibrio.

En el año 1974, Arthur Klatsky del Kaister Permanent Medical Center en Oakland, California, publicó un estudio epidemiológico relacionado con el consumo de alcohol que llamó la atención en los expertos del tema. En él se afirmaba que los que no bebían alcohol tenían un mayor número de ataques cardiacos que aquellos que bebían en forma moderada. De allí en adelante se inició un debate que ha trascendido al público y que ha persistido hasta hoy.

Por principio, cuesta convencerse que algo agradable en la vida sea bueno para la salud. Menos aún el alcohol, que se sabe que ingerido en exceso causa tan enorme daño. Después de ese primer artículo, han aparecido numerosas otras publicaciones que confirman el efecto beneficioso del alcohol bebido en pequeñas cantidades. Es así como estudios similares realizados en más de 20 países coinciden en que el riesgo de bebedores moderados de presentar enfermedades cardiacas, en relación con los abstemios, es entre un 20% a un 40% menor. "Estas correlaciones se han visto confirmadas tanto en trabajadores ingleses, como en médicos y enfermeras americanas, como también en la población de Puerto Rico, Yugoslavia, Japón, y así sucesivamente..." dice Michael Marmot del International Center for Health and Society del University College de Londres. En un trabajo (Buena justificación para una copita) Gerald Minuk de la Universidad de Manitova en Winnipeg, dice que el alcohol en pequeñas dosis estimularía la regeneración de células hepáticas.

Los detractores, entre los que destaca Gerry Shaper, un epidemiólogo del Royal Free Hospital de Londres, contra argumenta, señalando que en muchos de los trabajos realizados, la muestra de los abstemios incluía bebedores que habían dejado de beber, y que por lo tanto ya podrían haber estado dañados, y de allí el mayor riesgo de ese grupo con relación a los bebedores moderados. Sin embargo, cuando los investigadores han repetido los análisis, purificando esta muestra, considerando sólo los que siempre han sido abstemios, la diferencia se vuelve a repetir en favor de los bebedores moderados (New Scientist, Noviembre 27, pág. 85).


El caso de Francia

Estos hallazgos son especialmente interesantes para analizar el caso de Francia. La población de ese país tiene una alta prevalencia de factores de riesgo de enfermedades cardiacas, como por ejemplo, niveles elevados de colesterol, alta frecuencia de hipertensión y elevado consumo de grasas animales. Sin embargo, ellos presentan una envidiable menor frecuencias de enfermedades cardiacas. Es lo que se ha llamado "la paradoja francesa", lo que hasta ahora se ha explicado por el consumo de alcohol, especialmente vino tinto, de esa población.

Malcolm Law y Nicholas Wald del hospital St Bartholomew, en Londres, no creen que esta paradoja francesa se deba al consumo de vino. Por el contrario, ellos afirman que los franceses sólo recientemente han comenzado a consumir elevadas cantidades de grasas animales. "Dado que las enfermedades cardiacas demoran décadas en su evolución, la paradoja puede ser sólo un fenómeno temporal, y por lo tanto, sería sólo cuestión de tiempo que ésta desaparezca" afirman Law y Wald (British Medical Journal, vol. 318, pág. 1471).

Pero no todos los médicos franceses están de acuerdo. Serge Reanud del INSERT, el Instituto Nacional para la Salud e Investigación Médica de Francia, piensa que ella es real y que se debe al consumo de vino. "No creo que el consumo de alcohol sea el único responsable, pero sin duda que éste juega una importante función", afirma Reanud.


¿Cúal seria el mecanismo?

Si bien parece ser cierto que el consumo de alcohol puede ser beneficioso, hasta ahora no hay una idea clara de cómo éste actuaría. Los más, piensan que el vino disminuiría los niveles de colesterol sanguíneos. El colesterol en la sangre está en diversas formas, de las cuales las más conocidas son las lipoproteínas de alta y baja densidad (HDL y LDL). Niveles elevados de colesterol LDL, más conocidos como la variedad "mala" del colesterol, se asocian con elevados riesgos de enfermedades cardiacas, mientras que el colesterol HDL parece proteger a las arterias del depósito de colesterol en sus paredes.

Según Eric Rimm, un especialista en nutrición de la Universidad de Harvard, que ha estado investigando esta teoría durante los últimos 10 años, afirma que el consumo de alcohol eleva los niveles de colesterol DHL (el colesterol bueno). También dice que disminuye los niveles de fibrinógeno, la proteína que causa la coagulación sanguínea. "Nadie sabe cómo el alcohol puede elevar los niveles de HDL, pero una hipótesis plausible es que actúe sobre la actividad de las enzimas que producen o destruyen al HDL", dice Rimm.

Una sugerencia más exótica es que el alcohol podría proteger contra lo que se ha llamado "daño de perfusión". Después del ataque cardiaco se produce el daño muscular como resultado de que la sangre fluye al tejido dañado. Este, habiéndose habituado a un menor flujo sanguíneo durante el ataque, se ve sobrepasado por la llegada de un flujo sanguíneo rico en oxígeno. Experiencias realizadas en ratas y cuyes previamente expuestos al alcohol, parecen estar mejor preparados para afrontar esta situación. Estas aún no han sido demostradas en humanos.

El otro punto que hay que dilucidar se refiere al tipo de alcohol que se bebe. La creencia más popular es que el que actúa es el vino, y especialmente el vino tinto. En un estudio de Reanud, comprueba que los franceses que beben entre dos a cinco vasos de vino al día tienen un índice de mortalidad un 33% más bajo que los que beben cerveza o son abstemios ( Archives of Internal Medicine, vol. 159, pag. 1865).

Klatsky señala que el vino contiene taninos y otras sustancias químicas de las clases conocidas como polifenoles, que pueden inhibir la coagulación de la sangre, como también aminorar la constricción de las arterias coronarias. Los polifenoles tienen también propiedades antioxidantes, e inhiben el depósito de la grasa del LDL en las paredes arteriales. Sin embargo, Klatsky piensa que éstos serían sólo factores menores, y que sería el alcohol mismo el que de alguna manera generaría el efecto beneficioso.

También deben existir factores culturales, ya que por lo general los bebedores moderados, que beben uno o dos vasos de vino con las comidas, son más educados. Están más preocupados de su salud, y saben que una dieta rica en frutas y vegetales es saludable. Algunos de ellos también incluso realizan ejercicios rutinariamente.


¿Qué se entiende por un bebedor moderado?

Con todos los antecedentes disponibles pareciera que es cierto que el alcohol en pequeñas cantidades es bueno para la salud. El único punto en que hay que llegar a acuerdo, es en qué se entiende por "moderado". El Health Education Authority en Inglaterra, lo define, en el caso de los hombres, a aquellos que beben 3 a 4 unidades por día, y en el caso de las mujeres, 2 a 3 unidades por día. Una unidad está constituida por 10 mililitros de alcohol puro, lo que equivale a media cerveza, o a un vaso pequeño de vino. El gobierno de Estados Unidos prefiere hablar de peso más que de volumen, y define a los "moderados" como a aquellos que beben hasta 12 gramos de alcohol puro, lo que equivale a media cerveza o un vaso de vino.

A diferencia del tabaco, donde el mensaje es claro: "No fume", aquí debería ser: "Beba, pero con moderación". El problema es que este mensaje pueda inducir a beber a personas que antes no lo hacían, y que sea éste el primer paso para entrar al alcoholismo. Más aún, si se considera que en esta enfermedad habría cierta tendencia genética que podría desencadenarse al iniciarse en la bebida.




0 Respuestas

Deje una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados.*

Buscar



Recibe los artículos en tu correo.

Le enviaremos las últimas noticias directamente en su bandeja de entrada