Descartan presencia de vida en planetas recién descubiertos
( Publicado en "Avances del Conocimiento",
Lilian Duery, 1996, Editorial Antártica )
Ninguno de ellos tendría las condiciones adecuadas como para que haya surgido la vida como nosotros la concebimos.
Desarrollan instrumento para detectar vida. Operaría desde el espacio y filtraría sólo la radiación de elementos propios del planeta incógnito.
¿Será acaso la especie humana la única que habita en todo el universo?. Frente a esta interrogante, que ha fascinado al hombre durante centurias con innumerables elucubraciones filosóficas y literatura de ciencia ficción, nada se puede asegurar, ni tampoco descartar. No obstante, para que exista vida como en la Tierra deberían darse las mismas condiciones, especialmente temperaturas compatibles, para que este suceso de la creación haya tenido lugar en algún otro planeta del cosmos.
Tiempo atrás se pensó que estos requerimientos podrían existir o habrían existido en Marte. Pero las muestras de suelo marciano obtenidas en la década del 70 por la nave espacial Vikingo no dieron ninguna evidencia de ello. En realidad, por lo que ya se conoce de otros planetas de nuestro sistema solar, los científicos creen que no hay vida. Habrá que insistir en otros lugares de la Vía Láctea y quizás algún día en otras galaxias más remotas.
De existir vida, ésta tendría que emanar sólo de planetas que orbitaran cierta distancia de las estrellas, como es el caso de la Tierra respecto del Sol. ¿Pero, cómo observarlos si no tienen luz propia que delaten su presencia?
Con métodos indirectos, midiendo la forma en que ellos estarían influyendo en su estrella madre, se pueden obtener señales de su existencia. Fue así como Michel Mayor y Didier Queloz, del Observatorio Astronómico de Ginebra, anunciaron por primera vez, en Octubre de 1995, que habían observado una oscilación en la estrella "51 Pegasi" y que ésta era causada por un planeta que estaba orbitando alrededor (New Scientist, Octubre 1995).
Meses después, Geolf Marcy, de la Universidad del Estado de San Francisco, y Paul Butler, de la Universidad de California, dieron a conocer el descubrimiento de dos nuevos planetas durante el congreso de la Sociedad Astronómica Norteamericana de Texas. Uno estaría ubicado en la constelación de Virgo y otro en la constelación de Osa Mayor. Siguiendo igual metodología, un cuarto planeta también fue descrito por Chris Burrow, alrededor de la estrella "Beta-Pictoris" (New Scientist, Enero 1996).
Condiciones básicas
Que existan planetas girando alrededor de muchos soles es algo que los astrónomos han sospechado siempre. La diferencia es que ahora ha podido confirmarse. Sin embargo, este avance no implica que en ellos se den las condiciones para que exista vida, al menos como nosotros la concebimos.
Se requiere necesariamente de la presencia de agua líquida, ya que ésta es el solvente que permite las reacciones químicas. Esto significa que el planeta debería tener una temperatura adecuada para que pueda existir el agua en dicho estado. A su vez, la temperatura de un planeta depende de la distancia que lo separa de la estrella que está orbitando. Si está muy lejos, el agua se congela; muy cerca, se evapora. Desde este punto de vista, la Tierra está exactamente a la distancia correcta respecto del Sol. Y es por ello que la vida aquí es posible.
Pero no sólo la temperatura es fundamental, sino también el tamaño y densidad del planeta. De ambos parámetros depende que se proporcione la gravedad justa para conservar el agua sobre su superficie. Es lo que no ocurre con nuestra Luna. Más aún, si la distancia fuera el único factor, este satélite natural de la Tierra debería tener agua líquida y, de hecho, no la tiene. Como la Luna es de menor tamaño y menos densa, no posee la gravedad suficiente para mantener el agua en su superficie, de manera que, de haber existido, se habría rápidamente evaporado y luego perdido en el espacio.
Por otra parte, si el planeta es muy grande, posee una muy alta gravedad lo que atraería gases desde el exterior. Los científicos piensan que ésta es la situación de Júpiter, que por su gran tamaño ha ido acumulando en su superficie una enorme cantidad de hidrógeno y helio, que son los gases que predominan en el espacio. En estas condiciones, también es posible la vida.
¿Perspectivas reales?
Las condiciones imperantes en los planetas descubiertos no parecen ser las adecuadas para la vida.
En el caso del planeta que gira alrededor de la estrella "51 Pegasi", tendría una masa de aproximadamente la mitad de Júpiter, pero su órbita estaría a unos 7 millones de kilómetros de la estrella (menos de un octavo de la distancia de Mercurio respecto del Sol). A esta proximidad, la temperatura de su superficie debería alcanzar los 1.300 grados Celsius. Es absolutamente imposible que allí exista vida como la conocemos.
Los otros dos planetas hallados por Marcy y Butler están a una distancia 35 años luz de nosotros y ambos orbitan estrellas que incluso son visibles al ojo desnudo. El planeta de la Osa Mayor tendría una masa de 2,3 veces la de Júpiter y estaría orbitando a una distancia de 300 millones de kilómetros de su estrella madre (más o menos correspondería a una órbita entre Marte y Júpiter). La masa de la constelación de Virgo es aún mayor (6,5 veces la de Júpiter) y estar cerca de su estrella correspondiente. Los científicos estiman que la temperatura de su superficie sería aproximadamente de 80 grados Celsius, la que podría todavía permitir la existencia de agua líquida. Lamentablemente, este planeta, debido a su gran fuerza de gravedad, parece ser un gigante gaseoso y sin rocas en su superficie. Por lo tanto, allí la vida no podría haber evolucionado.
A pesar de ello, Marcy piensa que el planeta que descubrió en esta constelación de Virgo podría tener una luna rocosa propia, como las tiene, por ejemplo, Júpiter, y además tener su propia atmósfera. No obstante, aún así las condiciones no serían confortables, porque la órbita del planeta parece ser elongada, lo que quiere decir que al alejarse de su estrella su temperatura decaería demasiado.
El otro planeta descubierto alrededor de "Beta-Pictoris" está a 50 año luz de la Tierra, al sur de la constelación de Pictor. Su existencia no es tan clara, pero de todas formas también sería un planeta gigante con muy pocas posibilidades de vida.
Probablemente habrá muchos planetas con condiciones apropiadas para el surgimiento de la vida. Sin embargo, utilizando sólo los telescopios de luz no se podrá progresar más, dada la desmesurada distancia que nos separa de los otros sistemas solares que impedirían conocer detalles de planetas que no deberían ser más grandes que la Tierra.
Una alternativa es poder detectar las radiaciones que emiten el oxígeno carbono, otros elementos, además del agua líquida, esenciales para que exista vida en un planeta. Pero habría dos problemas. Uno, que el aparato detector de esas radiaciones tendría que estar fuera de la atmósfera terrestre, de modo que estos elementos existentes también en ella no interfieran. Dos, cómo detectar radiaciones pequeñas de un pequeño planeta que orbita alrededor de un sol. Sería como pretender buscar una luciérnaga al lado de un gran foco de luz.
Pero el hombre en su búsqueda no se detiene y sigue tratando de dar respuesta a la pregunta que lo atormenta sobre su hasta ahora solitaria existencia en el universo.
Rojer Angel y Neville Woolf, del Observatorio Steward de la Universidad de Arizona, están desarrollando un ingenioso instrumento que ellos denominan interionómetro, el cual les permitiría detectar las radiaciones propias de un planeta interfiriendo la luz proveniente de la estrella a la que éste orbita (Scientific American, abril 1996).
Este costoso aparato, que debería estar en el espacio para sus fines, estaría constituido por dos telescopios que enfocarían a la misma estrella. El sistema funcionaría de manera tal que uno de los telescopios cancelaría la luz emitida por la estrella, invirtiendo esta radiación.
Si el experimento se realizara y tuviera éxito, recién se estaría dando un paso más para averiguar si existen o no las condiciones de vida en algún lejano planeta. Si efectivamente hay vida y seres inteligentes que lo habitan, habría que enfrentar otro obstáculo: ¿Cómo comunicarnos con ellos?.