Las lenguas se unifican
( Publicado en Revista Creces, Noviembre 2000 )

Hoy se hablan en el mundo 6800 lenguas diferentes, y se espera que antes de dos generaciones la mitad de ellas desaparezca. El proceso parece ser inexorable como resultado de la globalización mundial.

Según señala la Biblia, fue la soberbia del hombre lo que originó la diversidad de las lenguas. En tiempos remotos, éste quiso construir una torre que llegara hasta el cielo, Dios lo castigó por su osadía, confundiéndoles las lenguas, de modo que los constructores no pudieran entenderse entre sí. La Torre de Babel, quedó entonces inconclusa. Hoy pareciera que el castigo se ha levantando, ya que la diversidad de las lenguas comienza a desaparecer. Según los expertos, hoy en el mundo se hablan 6800 lenguas diferentes, pero se espera que la mitad de ellas desaparezcan en las próximas dos generaciones. Es que el mundo se ha globalizado y necesita entenderse.

Por milenios, las agrupaciones humanas permanecieron aisladas, y por el dinamismo del lenguaje, éste evolucionó en forma diferente en cada lugar. No fue un castigo divino, sino las barreras geográficas las que condicionaron la diversidad de las lenguas. En el pasado, un mar, un río o una montaña, eran barreras difíciles de franquear, y el lenguaje fue evolucionando independientemente según la región. Es así como en la actualidad en la India se hablan más de 80 dialectos diferentes, que difícilmente se entienden entre sí.

Tan exacto es el proceso de la dinámica del lenguaje, que los expertos en lingüística, han utilizado el estudio del lenguaje como un instrumento para conocer las migraciones humanas. Según ellos, las semejanzas y las diferencias, permiten conocer el origen de los grupos humanos, e incluso calcular el tiempo en los cuales se separaron unos grupos de otros.

Hoy constatamos cambios fundamentales, y ni los mares, los ríos o las montañas son ya barreras. La revolución de los conocimientos, como nadie se había imaginado, está llevando a la perfección de la comunicación. A ello se agrega el perfeccionamiento del transporte por mar, aire y tierra, por lo que los grupos humanos ya no están aislados. Por el contrario, se comunican y desplazan constantemente, tanto las personas como sus productos.

Hasta hace cien años, la gran mayoría de los seres humanos no se habían desplazado en toda su vida, más allá de 20 kilómetros del lugar en que habían nacido. Muchos de nuestros abuelos, habiendo nacido en Santiago, nunca conocieron el mar. En cambio, en el primer semestre del presente año 1.700.000 chilenos viajaron por avión al extranjero y 1.500.000 se desplazaron por el país por el mismo medio de transporte. Ahora las distancias se han acortado y el mundo se ha convertido en una gran aldea.


Las lenguas en peligro

El comercio se ha globalizado, y para participar en el proceso, se requiere entenderse entre sí. Los productos que se comercializan se han multiplicado hasta el infinito y con ello también sus tecnologías y sus nombres técnicos, todo lo cual está condicionando el desaparecimiento de lenguas que la hablan muy pocas personas y que además carecen de escritura. Es por eso que el proceso de concentración en unas pocas lenguas, parece inexorable. De hecho, estamos llegando a una etapa en que tres o cuatro lenguajes están llegando a dominar el mundo.

Las lenguas que están en mayor riesgo de desaparecer a corto plazo, son aquellas que además de hablarlas un reducido número de personas, están rodeadas por sociedades avanzadas. Los indios navajas en los Estados Unidos, tienen su propio idioma, que aun lo hablan 150.000 personas. Por ello su lengua esta en alto riesgo de desaparecer en las dos próximas generaciones. En cambio el idioma de la República del Congo, que lo habla igual número de personas, parece más probable que perdure por algún tiempo, ya que sus habitantes están en una región aún relativamente aislada del progreso.

Es que aquellas comunidades minoritarias, rodeadas por cultura sociales complejas y de alta calidad de vida, lleva a que se vaya produciendo paulatinamente una crisis de confianza en sus propias culturas. Nicolás Ostler, de la Fundación de Lenguajes en Peligro en Bath (Inglaterra), señala que en esas comunidades, ya los adolescentes van perdiendo la fe en su cultura, y se resisten a adoptar las antiguas tradiciones. A ello se agrega la percepción de rechazo por parte de la comunidad dominante, por lo que tienden más bien a asimilarse a ella, por la expectativa de alcanzar sus mismos beneficios (New Scientist, Agosto 15 del 2000, pág. 17).

El proceso de desaparición es espontáneo y poco se puede hacer para oponerse. Así por ejemplo, el idioma Agaw que hablan los judíos egipcios (conocidos como Falashas), ha sobrevivido en Africa por siglos, a pesar de una persistente persecución. Sin embargo los 70.000 Falashas que ha emigrado a Israel entre 1984 y 1991, hablan ahora el hebreo, perdiendo paulatinamente su idioma ancestral.

En la actualidad, de las 6.800 lenguas diferentes que aun existen, sólo 250 son habladas por más de un millón de personas, mientras que 3000 son habladas por menos de 2500 personas. Quienes están más preocupados por su desaparición, son los expertos IIngüistas que ven desaparecer su herramienta de trabajo, cual es el estudio de las lenguas y el proceso de desarrollo de las mismas. Como muchas de esas lenguas carecen de escritura, su pérdida es una pérdida definitiva para la ciencia.

Pero el lenguaje está también íntimamente ligado con las prácticas y rituales propios de cada cultura. Si se pierde el lenguaje, se hace difícil que se mantenga la cultura, especialmente si está rodeada por una cultura más compleja y desarrollada, que domina los medios masivos de comunicación, como es el caso de la televisión.

El proceso necesariamente va a influir también en la forma que esas culturas entienden el mundo. Ya hay suficientes evidencias de que el aprendizaje de un idioma produce cambios fisiológicos en el cerebro, especialmente durante los primeros años de vida, los que tienen que ver con el posterior rendimiento intelectual en la etapa adulta (Un período crítico para el aprendizaje). Los patterns de conexiones neuronales que se realizan en el cerebro durante la edad temprana, están condicionados por los hábitos lingüísticos de las comunidades.


El proceso parece irreversible

Según Salikoko Mufwene, jefe del departamento lIngüístico de la Universidad de Chicago, la pérdida de muchas lenguas no se debe a una despreocupación o estrategia dirigida de los gobiernos, sino más bien al proceso de globalización económica. "No es realista esperar que una lengua perdure, si con ella no se desarrolla ningún negocio", dice Mufwene. De hecho, donde la actividad económica es intensa, las lenguas son pocas, mientras que en las sociedades aisladas, persiste una gran diversidad de lenguas. En Europa, donde vive el 9% de la población del mundo, se habla sólo el 3% de las actuales lenguas. En Africa, donde la economía es sólo local, vive el 15% de la población del mundo, y allí se habla el 30% de las lenguas actualmente en uso.

En conclusión, el proceso de reducción del número de lenguas, parece ser inexorable, debido tanto al enorme perfeccionamiento de las comunicaciones, como a la gran movilidad y desplazamiento de las personas y sus productos, que están llevando a una cultura y una economía globalizada. La realidad es que el mundo se está convirtiendo en una unidad, en la que incluso comienza a diluirse las llamadas idiosincrasias que parecían propias de cada pueblo. La realidad es que los individuos, puestos en iguales circunstancias culturales, educacionales y económicas, después de una generación responden con normas de conductas muy similares. Ello no es raro, porque el 99,8% del genoma es común para todos los seres humanos. Siendo este común, e igualando los factores ambientales, las respuestas sociales llegan a asemejarse. Así lo estamos constantemente comprobando con aquellos grupos o personas que emigran y se integran en nuevas culturas.

Muchas veces la nostalgia nos lleva a lamentar las pérdidas de cultura ancestrales y nos revelamos por ello. Pero parece más realista que frente a las disyuntivas que se les presenta, sean ellos quienes tomen sus propias decisiones, en un mundo que tiene su propia dinámica, condicionada por el continuo avance del conocimiento.


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