Los extraterrestres son muy poco probables
( Publicado en Revista Creces, Septiembre 2000 )

Para que surja la vida deben darse muchas y especificas condiciones, lo que hace remota la posibilidad de que esta se haya desarrollado en otras partes, a pesar de la inmensidad del universo.

El que no estemos solos en el Universo es una idea muy atractiva. El enorme progreso logrado durante los últimos años del conocimiento del Universo, nos abren las esperanzas de podernos comunicar con otros posibles seres inteligentes que podrían habitar en lejanos mundos. Las recientes observaciones indirectas que parecen demostrar la existencia de otros planetas que giran alrededor de otras estrellas como nuestro Sol, han abierto nuevas expectativas de que también la vida pudiese haber surgido en otros lugares. Muchos piensan que ella surge tan pronto se den algunas condiciones básicas. De allí en adelante es fácil imaginar que ella hubiese evolucionado hasta llegar a seres inteligentes como los que hoy habitan la Tierra o aun más evolucionados.

Sin embargo, el mismo progreso de los conocimientos astronómicos hace pensar que las condiciones que se dieron en nuestro planeta para que la vida se desarrollara, son realmente excepcionales. Tal vez sea posible el desarrollo de la vida primitiva en algún otro lugar, pero asumir por ello que automáticamente se pueda llegar al desarrollo de plantas superiores o de animales, y eventualmente a la vida inteligente, es otra cosa.

Desde luego sabemos que los microbios pueden sobrevivir en condiciones muy extremas, con altas temperaturas y elevadas presiones, como las que se dan en el fondo del mar o en el interior de la tierra. Otros planetas pueden ofrecer también condiciones dentro de esa amplia gama, como para que en ellos surja la vida primitiva. También es interesante lo que hoy sabemos por el estudio de los fósiles, que señalan que la vida en la Tierra comenzó muy pronto después que se formaron los planetas, lo que sugiere que su inicio es relativamente fácil. Sin embargo, para que ésta evolucionara hasta el estado actual, debieron ser necesarias muchas otras condiciones, que hacen poco probable que ellas se hubieran dado en muchas partes.


No hay otro lugar como nuestro hogar

Peter Ward, Profesor de Ciencias Geológicas en la Universidad de Washington, ha escrito un libro llamado "Why Complex Life is Uncommond in the Universe (Springer-Verlag edt., Marzo, 2000), en que argumenta que las posibilidades de vida animal en otros planetas son muy remotas.

Según él, las condiciones que se dieron en la Tierra han sido excepcionales. Una de ellas es la estabilidad. El desarrollo de la vida necesita un ambiente relativamente estable, como el que se ha dado en la Tierra, al tener una órbita estable y una recepción de energía también estable desde el Sol. La mayor parte de los planetas que se han descrito fuera del Sistema Solar tienen órbitas irregulares e inestables, y la energía producida por esas estrellas tiende a no ser constante, al menos durante períodos largos de tiempo como los que requiere la evolución. Si nuestro Sol no hubiese tenido esa estabilidad, las posibilidades de desarrollo de la vida hubieran sido mínimas.

La otra cosa curiosa es que, de acuerdo a los cálculos de los astrónomos, la Tierra a lo largo de su historia ha sido mucho menos golpeada por cometas y asteroides, como ha sucedido con otros planetas. Se sabe que esas colisiones producen extinciones masivas, incluso con desaparición completa de la vida, por los cambios ambientales derivados de ello. Se piensa que eso tenemos que agradecérselo al planeta Júpiter, que por su enorme tamaño ha actuado como un escudo protector, que desde un comienzo ha estado cazando cometas y asteroides, y que también por su enorme gravedad ha estado limpiando por atracción el Sistema Solar de basura cósmica que pudiese haber chocado con la Tierra.

Los planetas que se han conocido en otros sistemas y que son de tamaño comparable a Júpiter, no han podido desarrollar esta labor de escudo, ya que orbitan muy cerca de su estrella y además tienen órbitas inestables y excéntricas.

También señala Ward, que en el interior de otras galaxias han sido muy frecuentes las explosiones de supernovas, lo que ha producido frecuentes choques que interrumpen la estabilidad necesaria para el desarrollo de la vida.

Otra feliz casualidad está en la naturaleza misma de la Tierra. Nuestro planeta nos ha provisto de la mezcla ideal de metales para que surgiera la vida y más tarde ella se desarrollara. Por otra parte, es el único planeta del Sistema Solar que tiene una luna de un tamaño apreciable con relación al planeta que está orbitando. Esto mantiene nuestra inclinación, lo que hace que nuestro clima sea relativamente constante. La Tierra es el único planeta en el Sistema Solar que tiene placas tectónicas que condujeron a la formación de continentes, lo que ha constituido el elemento esencial para mantener un clima estable que permitiera mantener el agua líquida y se crearan los océanos, situaciones fundamentales para que se desarrollara la vida. Por otra parte, el desplazamiento de las placas tectónicas ayudaron a formar la piedra caliza, lo que permitió la vida vegetal y la producción de gases invernadero de nuestra atmósfera.

El agua es esencial para la vida, y sucede que la Tierra está a una distancia exacta del Sol como para que ésta se mantenga en estado líquida en su superficie, y que esto sucediera durante cuatro mil millones de años. Un poco más lejos del Sol, el agua se habría congelado. Un poco más cerca, ésta habría hervido y perdido, como sucedió con el planeta Venus.

También la posición de la Tierra en nuestra galaxia ha sido importante. Si hubiera estado más cerca del centro de la galaxia, la vida animal habría estado en un alto riesgo de extinción. Si por el contrario, hubiese estado más lejana, no tendría los suficientes elementos pesados necesarios para llegar a constituir un planeta rocoso y disponer del combustible radioactivo necesario para mantener desplazándose las placas tectónicas.


Por ahora seguimos únicos

Los antiguos pensaban que la Tierra estaba al centro del Universo y que el Sol giraba a nuestro alrededor. Era demasiado pretencioso. Copernicus, nos sacó del centro del Universo y nos colocó en órbita alrededor del Sol, con lo que aparentemente nuestro status se vio degradado. Ahora agregamos que tampoco estamos al centro de la galaxia, y que por el contrario, somos un planeta insignificante, indistinguible en un oscuro y fino rincón de ella, dentro de miles de millones de galaxias. Sin embargo, hay que reconocer que sí somos importantes y que hemos tenido suerte al estar donde estamos, ya que dentro de esta mediocridad y soledad de soles y planetas, tal vez somos los únicos (hasta que no se demuestre lo contrario) a quienes nos ha sido permitido gozar de la vida y darnos cuenta de ello. ¡Una razón más para quererla y cuidarla!.


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