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    ( Publicado en Revista Creces, Enero 1997 )

    En el avance en el estudio de los genes y su uso para predecir enfermedades incluso antes que aparezcan, constituye sin duda un progreso importante de la medicina. Sin embargo, existe el temor de la mala utilización de estas informaciones que pueden llevar a discriminar a quienes posean genes defectuosos. Podrían por ejemplo, discriminar las compañías de seguros o empleadores frente a sus potenciales clientes, al exigir exámenes previos para hacer los contratos de las pólizas o de trabajos. Podrían estas instituciones excluir o discriminar según lo indicaran los genes defectuosos de quien desee asegurarse, o la empresa podría rechazar a postulantes que tengan posibilidades ciertas de ser portadores de genes causantes de enfermedades que aparecerían más adelante. Lo que es más grave, ellos pueden llevar también a la implementación de medidas eugénicas. Esto último ya ha dejado de ser un temor para convertirse en una realidad. Tal es el caso de China, país que ya alcanza los mil doscientos millones de habitantes y que el 01 de Junio de 1995 aprobó una ley de esta naturaleza. De acuerdo a esta legislación, las parejas que deseen casarse tienen previamente que someterse a exámenes de sus genes para detectar errores genéticos y desórdenes mentales, que aun cuando no se hayan hecho aparentes en ellos, podría afectar a sus hijos. A los portadores de genes inapropiados se les prohíbe el matrimonio y sólo se permitiría si la pareja acepta la esterilización previa. La ley reserva al Estado de decidir que exámenes y para que enfermedades correría esta prohibición (New Scientist. Noviembre 16, 1996, pág. 4).

      ( Publicado en Revista Creces, Mayo 1998 )

      Una tradición subterránea, difícil de erradicar

      "Nunca me voy a olvidar de mi circuncisión, que me la hicieron hace cuarenta años, cuando yo tenía seis años de edad. Una mañana, durante las vacaciones de verano, mi madre me dijo que íbamos a visitar a su hermana en Halfayat (Sudan). Fuimos a su casa, pero después me llevaron a "la casa de ladrillos". Mientras mi madre golpeaba la puerta, yo trataba de leer el nombre escrito en la puerta. De repente me di cuenta que se trataba de la casa de Hajja Alamin. Ella era la persona encargada de hacer la circuncisión en nuestro vecindario. Quede petrificada y luego trate de arrancar, pero me agarraron entre mi madre y mi tía. Ellas decían que allí me iban a purificar. Hajja era la persona más cruel que yo había conocido... Ordenó a su empleada que fuera a comprar una gillet al almacén cercano. A la fuerza me tendieron en una cama con un hoyo al centro y me ataron a ella. Grité con toda mi garganta. La mujer me dijo: ¿Quieres que venga la policía?. Después de esto y sin anestesia, me hicieron la circuncisión. Durante los tres días siguientes no pude comer ni beber. Recuerdo que el tío que supo esto, increpó a mi tía. Mi madre y mi tía se asustaron y decidieron llevarme de nuevo donde la mujer. Con una voz fuerte, me ordenó que me agachara en el piso y que orinara. Me costo mucho por el dolor, pero lo logré. Por mucho tiempo, esto fue muy doloroso. Me demoré mucho en normalizarme. Pero entiendo los motivos de mi madre, que quería purificarme".

      Relato de Abdel Majib, profesora de una escuela de Sudan.

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