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    ( Publicado en Revista Creces, Mayo 1997 )

    El arco iris no basta para conocer el universo.

    El espectro electromagnético de ondas que irradian los objetos en el Universo es enormemente amplio, pero nosotros no lo podemos detectar, ya que nuestro sentido de la vista sólo percibe aquellas radiaciones que pertenecen a lo que hemos llamado el rango "del espectro visible". Es decir, la luz que nuestros ojos ven es lo que corresponde a los colores del espectro visible, siendo este muchísimo más amplio. La respuesta puede ser muy simple: es el único rango del espectro que es capaz de filtrar a través de la atmósfera que rodea la Tierra
    (La estructura de la atmósfera de la Tierra). Tal vez porque siempre fue lo único disponible, es que la evolución del sentido de la vista fue adaptándose a ello para detectar ese rango específico. Es por eso que cuando miramos a través de un telescopio "de luz" estamos escudriñando el espacio sólo en un limitado rango, que corresponde a lo que nuestro ojos pueden captar; pero en el espacio está presente prácticamente todo el rango de radiaciones que nosotros no podemos percibir por las limitaciones de nuestro sistema visual. Observar el Universo sólo en este rango visible, es como observarlo a través del ojo de la cerradura. En el Universo hay mucho más que eso.

      ( Publicado en Revista Creces, Marzo 1997 )

      La Antártida constituye uno de los sitios más desfavorables para la vida de animales y plantas, debido principalmente a la temperatura baja, pobreza en nutrientes de sus suelos y a los fuertes vientos. Sin embargo, existen algunos animales y plantas que son capaces de sobrevivir a estas condiciones en la Antártida Marítima. Con respecto a las plantas, sólo musgos y líquenes (organismos no vasculares, sin elementos conductores de agua y nutrientes) y dos plantas vasculares (Deschampsia antarctica y Colobanthus quitensis), del grupo de las angiospermas, han sido capaces de colonizar estos hábitats. La primera de estas plantas es una monocotiledónea de la familia Poaceae (gamínea) y la segunda una dicotiledónea de la familia Cariophyllaceae (la misma familia del clavel). Ellas crecen en forma de cojines achaparrados, de aproximadamente 10 cm. de altura, dispuestos en manchones (Fig. 1). El crecimiento y reproducción de estas plantas ocurren sólo en el verano. En invierno, la nieve las cubre con un espesor de uno o más metros. Contrariamente a lo que podría esperarse, la nieve no representa un gran peligro para la vida de estas plantas. Al depositarse suavemente en forma de cristales pequeños que dejan espacios de aire entre sí y entre ellos y la planta, la nieve actúa como una cubierta que las aísla y protege de las temperaturas bajas y del viento. Parece, entonces, que la planta goza en invierno de la protección de una especie de "iglú". Además, la detención del crecimiento (reposo) es otro factor que favorece la sobrevivencia invernal. En estado de reposo las plantas son siempre más resistentes al frío y a otros factores ambientales que cuando se encuentran en crecimiento activo. Es por ello que el verano, período en que la nieve desaparece y el crecimiento comienza, es la época de mayor peligro para la sobrevivencia de las plantas. En la época estival, la vegetación antártica está sometida frecuentemente a temperaturas congelantes (bajo 0°C), aunque la temperatura puede ascender en los días despejados hasta aproximadamente 8°C. Se ha comprobado que la capacidad de fotosintetizar (asimilar C02) de D. antarctica se mantiene en un 30% a 0°C, temperatura a la cual en la mayoría de las plantas este proceso cesa.

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