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    ( Publicado en Revista Creces, Mayo 1997 )

    El arco iris no basta para conocer el universo.

    El espectro electromagnético de ondas que irradian los objetos en el Universo es enormemente amplio, pero nosotros no lo podemos detectar, ya que nuestro sentido de la vista sólo percibe aquellas radiaciones que pertenecen a lo que hemos llamado el rango "del espectro visible". Es decir, la luz que nuestros ojos ven es lo que corresponde a los colores del espectro visible, siendo este muchísimo más amplio. La respuesta puede ser muy simple: es el único rango del espectro que es capaz de filtrar a través de la atmósfera que rodea la Tierra
    (La estructura de la atmósfera de la Tierra). Tal vez porque siempre fue lo único disponible, es que la evolución del sentido de la vista fue adaptándose a ello para detectar ese rango específico. Es por eso que cuando miramos a través de un telescopio "de luz" estamos escudriñando el espacio sólo en un limitado rango, que corresponde a lo que nuestro ojos pueden captar; pero en el espacio está presente prácticamente todo el rango de radiaciones que nosotros no podemos percibir por las limitaciones de nuestro sistema visual. Observar el Universo sólo en este rango visible, es como observarlo a través del ojo de la cerradura. En el Universo hay mucho más que eso.

      ( Publicado en Revista Creces, Junio 2000 )

      Ya se sabía que el "Homo erectus" había alcanzado un grado de desarrollo que le permitía utilizar la piedra para fabricar instrumentos primitivos (Los antepasados de la especie humana). Ahora parece que también fue capaz de construir refugios. Ello parece extraño, ya que se estima que en aquella época el Homo erectus sobrevivía sólo de la caza y la recolección, y por lo tanto se movían de un lado a otro para encontrar sus alimentos, tal como lo hacen ahora muchos animales salvajes. Sin embargo, arqueólogos japoneses han descubierto en Chichibu, al norte de Tokio, los restos de las más antiguas estructuras artificiales, que datan de 500.000 años. Ellas habrían sido construidas por el Homo erectus que habría vivido en la región (New Scientist, Marzo 4, 2000, pág. 4).

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