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    ( Publicado en Revista Creces, Mayo 1997 )

    El arco iris no basta para conocer el universo.

    El espectro electromagnético de ondas que irradian los objetos en el Universo es enormemente amplio, pero nosotros no lo podemos detectar, ya que nuestro sentido de la vista sólo percibe aquellas radiaciones que pertenecen a lo que hemos llamado el rango "del espectro visible". Es decir, la luz que nuestros ojos ven es lo que corresponde a los colores del espectro visible, siendo este muchísimo más amplio. La respuesta puede ser muy simple: es el único rango del espectro que es capaz de filtrar a través de la atmósfera que rodea la Tierra
    (La estructura de la atmósfera de la Tierra). Tal vez porque siempre fue lo único disponible, es que la evolución del sentido de la vista fue adaptándose a ello para detectar ese rango específico. Es por eso que cuando miramos a través de un telescopio "de luz" estamos escudriñando el espacio sólo en un limitado rango, que corresponde a lo que nuestro ojos pueden captar; pero en el espacio está presente prácticamente todo el rango de radiaciones que nosotros no podemos percibir por las limitaciones de nuestro sistema visual. Observar el Universo sólo en este rango visible, es como observarlo a través del ojo de la cerradura. En el Universo hay mucho más que eso.

      ( Publicado en Revista Creces, Junio 2003 )

      El hombre

      Entre los científicos europeos que llegan a Chile a mediados del siglo XIX, está el joven alemán de veinticuatro años, Francisco Fonck; médico, naturalista, botánico, antropólogo, geólogo y etnólogo; quien había realizado estudios en las Universidades de Bonn, Berlín, Praga y Viena, obteniendo su título de Médico en la Universidad de Berlín en 1852. Dos años después, arriba a nuestro país y se inicia de inmediato en el servicio público, siendo nombrado médico de la Colonia de Llanquihue, cargo que desempeña hasta 1869, con una convicción casi religiosa, que lo insta a servir a sus pacientes bajo las peores condiciones de tiempo y por caminos más bien imaginados que reales. Es una de sus expresiones más notorias de servicio público. Y es justamente este mismo espíritu de colaboración y de entrega lo que lo insta a aceptar en 1860, la nominación como vicecónsul de la republica de Chile en Berlín. Y también a asumir como intendente de Llanquihue; y luego, en 1882, esta misma vocación lo lleva a presentarse como candidato a diputado por dicha región y resulta electo. La comunidad de inmigrantes alemanes de dicha región y la población en general, cuentan así con un nuevo científico y profesional dedicado además del cuidado de la salud de la población, a la investigación de la naturaleza regional; así como a diversos estudios de antropología, arqueología, geografía, cartografía y mineralogía nacional.

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