( Publicado en Revista Creces, Julio 1990 )
Comer puede ser un arte o un vicio, pero ante todo es una necesidad vital, fisiológica. Culturalmente moldeada, por supuesto. Y no comer es una forma curiosa de auto agresión. La buena salud esta, como en todo, en ciertos equilibrios ni demasiado ni muy poco. Pero como comer no solo nos mantiene vivo, sino que, manejando la cantidad de alimento ingerida, puede modificar nuestro aspecto físico, ocurren complejos síndromes que involucran la autoestima en relación con la belleza del cuerpo, la culpa y otros elementos. Hoy la delgadez parece estéticamente deseable, y ese deseo puede devenir obsesión: la anorexia nerviosa, frecuente en adolescentes mujeres, es una enfermedad que reviste riesgos no despreciables. Su contraparte, la bulimia nerviosa, es la ingesta descontrolada y culposa de manjares. Ambos trastornos del apetito le hacen un flaco favor a la salud.