( Publicado en Revista Creces, Julio 2002 )
La enfermedad de Parkinson se debe al daño de las células cerebrales (neuronas), que normalmente producen un neurotransmisor llamado "dopamina". Estas neuronas ubicadas en la región cerebral, que se conoce como "sustancia nigra", se van muriendo progresivamente. A consecuencia de ello, los enfermos van perdiendo paulatinamente el control de sus movimientos. Los síntomas de la enfermedad, que hasta ahora no tiene un tratamiento, van empeorando inexorablemente. Una posibilidad de tratamiento consistiría en reemplazar esas células dañadas por otras nuevas que produzcan dopamina, con lo que se podría teóricamente detener el avance de la enfermedad. Una opción es trasplantar células cerebrales extraídas de embriones humanos o cerebros fetales, en las que se podría inducir su diferenciación, de modo que produjeran dopamina. Con experiencias de este tipo se ha logrado aliviar los síntomas de Parkinson, pero desgraciadamente se han visto aparecer en los enfermos, serios efectos colaterales, como es el agravamiento de los temblores.