( Publicado en Revista Creces, Diciembre 1997 )
El Premio Nobel de Medicina, es la máxima distinción que otorga año a año el Instituto Karolinska de Estocolmo, a aquellos que en su criterio han aportado algún trascendente descubrimiento en el área médica. Esta vez el agraciado tiene un especial significado, ya que se trata de un investigador que no sólo aportó una idea nueva, sino que ella tubo que desarrollarla contra todo lo establecido por los dogmas de la biología molecular conocidos hasta entonces. Durante dos décadas luchó Prusiner contra la incredulidad y las críticas de sus pares, que rechazaban categóricamente sus ideas. Ya, hoy en día, casi todos las aceptan y las reconocen. Claro que aún hay algunos reticentes, que no están de acuerdo, y que afirman que no se le debiera haber otorgado el Premio Nobel, hasta no haber despejado todas las dudas y preguntas que aún no tienen respuesta. Pero los experimentos de Prusiner parecen ser demasiado contundentes y sus resultados no se pueden negar. Tan contundentes, que el Comité que estudia los antecedentes y otorga el Premio Nobel de Medicina, esta vez decidió dárselo sólo a un investigador (Prusiner), cosa poco frecuente, ya que generalmente lo comparten con otros investigadores que han hecho también otros aportes trascendentes. Desde 1987, que esto no ocurría y sólo ha ocurrido 10 veces en los últimos 50 años.