( Creces, 2016 )
Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha consumido leche de vaca, dado su disponibilidad y bajo costo en relación a otras fuentes proteicas de origen animal. Su distribución en Chile, a través de las estructuras de salud primaria ha contribuido poderosamente a la erradicación de la desnutrición infantil, al mismo tiempo que ha consolidado el hábito de su consumo en la población general. Ella posee similares componentes nutritivos que la leche humana, variando sólo sus concentraciones. La industria lechera ha estado introduciéndole las modificaciones en un esfuerzo para hacerla similar a la leche humana. Por la experiencia acumulada en Chile (1950-1990) se concluye que ella, desde el punto de vista nutricional, es apta y recomendable para la alimentación del lactante, cuando la alimentación natural no es posible.