( Publicado en Revista Creces, Enero 1991 )
El impresionante avance tecnológico ocurrido durante el siglo xx, en particular en su segunda mitad, no ha dado tiempo para que los individuos asimilen los cambios en forma adecuada. Estos cambios tampoco han ido aparejados con el desarrollo social necesario para enfrentar el desafío que han impuesto las nuevas tecnologías. Este desajuste ha perturbado el accionar de muchas instituciones sociales, especialmente en países desarrollados, provocando cambios fundamentales en la más fundamental de todas ellas: la familia.