( Publicado en Revista Creces, Noviembre 1998 )
Una de las características del sistema inmunológico, es que sabe distinguir lo propio de lo ajeno. Con ello acepta lo propio y rechaza y agrede a lo ajeno. Mediante este mecanismo, el sistema inmunológico nos defiende de los gérmenes que entran al organismo y nos provocan enfermedades. Al reconocerlos como ajeno, inicia todo un proceso para destruirlos. Esta misma propiedad es también la que dificulta el transplante de órganos, ya que al detectarlo como ajeno, el organismo lo rechaza e inicia su destrucción. La única forma de que esto no suceda, es inhibiendo el sistema inmunológico por medio de drogas, llamadas inmunosupresoras.