( Publicado en Revista Creces, Enero 1997 )
Una madre bebedora excesiva que se embaraza, corre serios riesgos de que su hijo salga seriamente dañado. Ello se manifiesta en alteraciones físicas que se manifiestan en sus facies un aspecto más o menos característico, y en un daño cerebral importante, que es muy difícil de recuperar. Parece ser que las células nerviosas del feto son muy sensibles al alcohol.