( Publicado en Revista Creces, Marzo 1986 )
A pesar de su olor desagradable y de oxidarse con facilidad, el producto natural aparece hoy como un probado reductor de los riesgos de la ateroesclerosis.
Todos los aceites contienen ácidos grasos, pero al parecer el de pescado presenta condiciones muy especiales. Recientemente se ha comprobado que es capaz de disminuir el colesterol sanguíneo y las lipoproteinas de muy baja densidad. Ello significa que aminora los riesgos de ateroesclerosis y de ataques cardíacos. Incluso su efecto benéfico es más notable que el de los aceites vegetales.