( Publicado en "La Revolución de la Bioingeniería", Fernando Mönckeberg, 1988,
Editorial Mediterráneo )
En los organismos vivos, constantemente se están produciendo reacciones químicas, que le permiten obtener, a partir de nutrientes que recibe de afuera, la energía y las materias primas necesarias para construir y mantener sus propios componentes, así como para crecer, reproducirse y realizar una serie de otras funciones, muchas veces especificas de cada célula. Todos estos procesos bioquímicos, tienen que ocurrir en forma muy ordenada, siguiendo caminos muy precisos, que conduzcan a la formación de aquellas moléculas químicas que el organismo necesita. Deben producirse además, con una velocidad adecuada, para formar los compuestos exactamente cuando son requeridos y en las cantidades necesarias. Todo ello es posible, debido a la presencia de proteínas especializadas, que se designan genéricamente como enzimas. Su función es acelerar y hacer posible las reacciones químicas en el interior de la célula. Es decir, actúan como catalizadores, disminuyendo el tiempo necesario, para que un compuesto químico dado (sustrato), se trasforme en otro diferente (producto).