( Publicado en Revista Creces, Abril 2001 )
No cabe duda que al ganado de Inglaterra le está lloviendo sobre mojado. Primero fue la enfermedad de las vacas locas, que obligó a sacrificar miles de cabezas para controlar la expansión de la enfermedad. Ahora se agrega la fiebre aftosa, y nuevamente los granjeros tienen que preparar grandes pilas para quemar sus animales, como única medida eficiente para establecer un cordón sanitario.