( Publicado en Revista Creces, Septiembre 1997 )
El folclore siempre ha tenido una imaginación fecunda, en lo que a las profundidades de la Tierra se refiere. Para unos, allí podría estar el infierno, como lo pensó Dante. Otros han imaginado la existencia de grandes cavernas, con dragones que cuidan sus entradas, o un mundo mágico de hadas, duendes o extraños monstruos. Los científicos, en cambio, han sido menos imaginativos y siempre se mostraron escépticos respecto a que la vida pudiese existir en las profundidades. Allí, pensaban ellos, no se daban las condiciones de temperatura, de fuentes de energía, ni de agua, como para que la vida pudiese desarrollarse.