( Publicado en Revista Creces, Agosto 1999 )
En poco más de un siglo se ha adquirido una fantástica información acerca de las maravillas del firmamento que nuestros antepasados contemplaban, sin entender, como algo tan estático e inmutable. Hoy sabemos que el Universo tuvo un nacimiento y que desde entonces continúa expandiéndose y evolucionando. Que las estrellas que se ven titilando en el cielo, en una noche clara, no son eternas. Muy por el contrario, ellas también tienen un ciclo: nacen, brillan y mueren, pero en otra dimensión del tiempo. Sabemos también de las enormes dimensiones del tiempo y del espacio que nos separan de ellas, que se miden en miles de millones de años en que su luz ha demorado en llegar a nuestros ojos.