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    ( Publicado en Revista Creces, Noviembre 2003 )

    En el año 1348, la epidemia de "peste negra" mató a la mitad de la población de Europa y por siglos ha estado rondando en diferentes partes del mundo. La enfermedad, también conocida como "la peste bubónica", ha sido atribuida a la bacteria "Yersinia pestis", que infecta a ratas y pulgas, estas últimas por la picadura trasmiten la infección a humanos. (La Peste Bubónica). Por muchos años se había aceptado que esta bacteria sería la culpable, pero recientemente algunos investigadores han comenzado a dudar. Hace un par de años, Susan Scott y Chris Duncan de la Universidad de Liverpool en Inglaterra, examinando los informes históricos, concluyen que la Yersinia no habría sido la causa de la peste negra (New Scientist, Noviembre 24, 2001, pág. 34). Piensan más bien que ella fue debida a un virus hemorrágico que habría causado sangramientos masivos, como sucede con el virus Ebola.

      ( Publicado en Revista Creces, Mayo 1998 )

      Una tradición subterránea, difícil de erradicar

      "Nunca me voy a olvidar de mi circuncisión, que me la hicieron hace cuarenta años, cuando yo tenía seis años de edad. Una mañana, durante las vacaciones de verano, mi madre me dijo que íbamos a visitar a su hermana en Halfayat (Sudan). Fuimos a su casa, pero después me llevaron a "la casa de ladrillos". Mientras mi madre golpeaba la puerta, yo trataba de leer el nombre escrito en la puerta. De repente me di cuenta que se trataba de la casa de Hajja Alamin. Ella era la persona encargada de hacer la circuncisión en nuestro vecindario. Quede petrificada y luego trate de arrancar, pero me agarraron entre mi madre y mi tía. Ellas decían que allí me iban a purificar. Hajja era la persona más cruel que yo había conocido... Ordenó a su empleada que fuera a comprar una gillet al almacén cercano. A la fuerza me tendieron en una cama con un hoyo al centro y me ataron a ella. Grité con toda mi garganta. La mujer me dijo: ¿Quieres que venga la policía?. Después de esto y sin anestesia, me hicieron la circuncisión. Durante los tres días siguientes no pude comer ni beber. Recuerdo que el tío que supo esto, increpó a mi tía. Mi madre y mi tía se asustaron y decidieron llevarme de nuevo donde la mujer. Con una voz fuerte, me ordenó que me agachara en el piso y que orinara. Me costo mucho por el dolor, pero lo logré. Por mucho tiempo, esto fue muy doloroso. Me demoré mucho en normalizarme. Pero entiendo los motivos de mi madre, que quería purificarme".

      Relato de Abdel Majib, profesora de una escuela de Sudan.

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