( Publicado en Revista Creces, Octubre 1990 )
El suelo agrícola no es un simple instrumento, sino un complejo sistema cuyos componentes químicos y orgánicos permiten, respetados ciertos equilibrios, un mejor aprovechamiento productivo. Por ejemplo, la rotación planificada de cultivos resulta una mejor solución que la práctica tradicional de monocultivos que agotan el suelo.