( Creces, 2010 )
Es cierto que los pesticidas han sido muy útiles para preservar las cosechas, pero pueden ser extraordinariamente dañinos, tanto para las personas como para los animales. Cada año, por su efecto tóxico y su inapropiado manejo, hay que lamentar numerosas muertes de trabajadores agrícolas quedando también muchos de ellos dañados. No son selectivos, y por el contrario destruyen por igual a insectos dañinos y beneficiosos, y lo que es más grave, se depositan en la tierra donde pueden persistir por décadas, acumulándose paulatinamente a lo largo de la cadena alimentaria. Por ello es una muy buena noticia que se esté logrando producir, por manipulación genética, insecticidas selectivos, que sólo afecten a especies individuales de insectos y que serían inocuos para los seres humanos y los animales.