( Creces, 2017 )
Desde hace algunos años ya ha sido posible modificar genes en células de plantas, cambiando sus estructuras, ya sea para incrementar sus cosechas, prevenir enfermedades o inducir en ellas nuevas características. Sin embargo, la aplicación de las técnicas desarrolladas actuaba a ciegas y sin precisión, con riesgos de efectos adversos no deseados por alteraciones en genes cercanos. Ahora ya es posible ubicar un gene específico con gran precisión dentro del genoma de una célula animal o vegetal y proceder a modificarlo o substituirlo sin afectar a otros. Ello se ha logrado por la tecnología del CRISPR, que permite inducir con precisión mutaciones en genes específicos o incluso insertar un nuevo gene en su reemplazo.