( Publicado en Revista Creces, Mayo 2000 )
Antes de iniciar su vida pública Cristo hizo un significativo milagro: "convirtió el agua en vino durante la celebración de las bodas de Canaan" para que no se interrumpiera la alegría de la celebración. Después de él, han sido innumerables los escritores, poetas y hombres importantes que han elevado loas al alcohol por el agrado que produce su ingestión. Benjamin Franklin (1706-1790) afirmaba que "la cerveza prueba que Dios nos ama y quiere que seamos felices". Esta frase resume la atracción y el placer que el alcohol ejerce en los seres humanos. Su sabor es agradable, los pone alegres y comunicativos y estimula la convivencia social. El problema es que consumido en exceso, intoxica, nubla la mente y hace perder la coordinación y la personalidad. Las consecuencias de ello son frecuentemente desastrosas.