( Publicado en "Energía para vivir", Bruno Günther y Enrique Morgado,
1998, Editorial Universitaria )
Todos los seres humanos sabemos que los distintos procesos que nos son familiares requieren del aporte de energía para que puedan llevarse a cabo: los automóviles requieren de la combustión de la bencina; la generación de energía eléctrica requiere de las caídas de agua o de centrales termoeléctricas; los molinos se mueven por medio de corrientes hidráulicas o eólicas. El patrón común en todos los casos es la utilización de algún proceso que sea espontáneo y contar con un sistema de acoplamiento que permita la transformación de una forma de energía en otra.