( Publicado en Revista Creces, Noviembre 2000 )
La victoria del joven David sobre Goliat, derribado por un guijarro en la frente, y luego decapitado con su propia espada, se ha convertido no solamente en el símbolo del triunfo del pequeño sobre el poderoso, sino en el tema de infinitas obras de arte. Pero el secreto detrás de la caída de Goliat puede hallarse en un plano brevemente más terrenal: una visión periférica severamente dañada.