( Publicado en Revista Creces, Diciembre 1998 )
En teoría, el agujero de la capa de ozono que se abre todos los años sobre la Antártida debería irse reduciendo en la medida que se incrementan los esfuerzos internacionales destinados a disminuir la utilización de los clorofluorocarbonos. Pero contrariamente a lo esperado, en el año 1998 el agujero alcanzó su tamaño récord. Según la determinación satelital, el área depletada de ozono se extiende ahora en una superficie de 26 millones de kilómetros cuadrados, la mayor desde que el problema comenzó a detectarse en la década del 70.