( Publicado en Revista Creces, Noviembre 2003 )
A un embrión de rata, en las primeras etapas de su desarrollo, se le puede extraer una sola célula, y luego ésta multiplicarla hasta obtener cientos. Si lo mismo se pudiese hacer en embriones humanos, extraer una sola célula (lo que no dañaría al embrión), y luego multiplicarla, se podrían desarrollar en ellas diferentes tests para detectar defectos genéticos. Es decir, se podrían seleccionar embriones para la posterior implantación en el útero.