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    ( Publicado en Revista Creces, Junio 2000 )

    En Marzo de 1997, la Organización Mundial de la Salud celebró el día de la tuberculosis y en una conferencia de prensa anunció el pronto control de la enfermedad (La organización mundial de la salud y la tuberculosis). Ello provocó airadas reacciones de los expertos, por el daño que estas declaraciones podrían producir en los gobiernos que podrían restringir los esfuerzos en la prevención y tratamiento de esta enfermedad. Lo cierto es que los vaticinios de la OMS no se han cumplido, y por el contrario, la tuberculosis en los últimos años se ha incrementado notablemente y se vaticina que para el año 2015 los casos de tuberculosis aumenten en el mundo de 7 a 10 millones. Recientemente la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard y el Instituto de la Salud de Nueva York, se han sumado a la alarma, poniendo énfasis en el incremento de las cepas resistentes a las actuales drogas disponibles para su tratamiento (Science, vol 286, Nov. 1999, pág. 1670).

      ( Publicado en Revista Creces, Mayo 1998 )

      Una tradición subterránea, difícil de erradicar

      "Nunca me voy a olvidar de mi circuncisión, que me la hicieron hace cuarenta años, cuando yo tenía seis años de edad. Una mañana, durante las vacaciones de verano, mi madre me dijo que íbamos a visitar a su hermana en Halfayat (Sudan). Fuimos a su casa, pero después me llevaron a "la casa de ladrillos". Mientras mi madre golpeaba la puerta, yo trataba de leer el nombre escrito en la puerta. De repente me di cuenta que se trataba de la casa de Hajja Alamin. Ella era la persona encargada de hacer la circuncisión en nuestro vecindario. Quede petrificada y luego trate de arrancar, pero me agarraron entre mi madre y mi tía. Ellas decían que allí me iban a purificar. Hajja era la persona más cruel que yo había conocido... Ordenó a su empleada que fuera a comprar una gillet al almacén cercano. A la fuerza me tendieron en una cama con un hoyo al centro y me ataron a ella. Grité con toda mi garganta. La mujer me dijo: ¿Quieres que venga la policía?. Después de esto y sin anestesia, me hicieron la circuncisión. Durante los tres días siguientes no pude comer ni beber. Recuerdo que el tío que supo esto, increpó a mi tía. Mi madre y mi tía se asustaron y decidieron llevarme de nuevo donde la mujer. Con una voz fuerte, me ordenó que me agachara en el piso y que orinara. Me costo mucho por el dolor, pero lo logré. Por mucho tiempo, esto fue muy doloroso. Me demoré mucho en normalizarme. Pero entiendo los motivos de mi madre, que quería purificarme".

      Relato de Abdel Majib, profesora de una escuela de Sudan.

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