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    ( Publicado en Revista Creces, Abril 1998 )

    Todo parece indicar que la enfermedad de las vacas locas (BSE), que ha producido estragos en Inglaterra, ya ha pasado a varios otros países de Europa y es probable que rápidamente se generalice (Novedades en la transmisión de enfermedad de vacas locas). Emmanuel Vanopdenbosh, jefe del Comité de BSE para Europa, afirma que ya han muerto muchos animales con extraños síntomas del sistema nervioso central. Nadie ha querido profundizar en el diagnóstico, y por el contrario su carne ha sido enviada a las carnicerías y supermercados. Los científicos están preocupados por este silencio culpable, y temen que si no se enfrenta la realidad, la enfermedad se extienda explosivamente como sucedió en Inglaterra. No hay que olvidar que allí, desde el año 1986, se han producido 167.000 casos.

      ( Creces, 2014 )

      Resumen: La premisa planteada en 1970, como resultado de las investigaciones realizadas, sostenía que la ancestral desnutrición que afectaba al niño durante los primeros períodos de la vida, constituía un difícil obstáculo para combatir la pobreza, la desigualdad, y el subdesarrollo. Aceptando este paradigma, se diseñó una intervención focalizada y multifactorial que contemplaba las siguientes intervenciones: asegurar el aporte nutritivo de la madre embarazada y el de su hijo, instruirla en el cuidado del mismo, estimular su apego (lactancia materna), incrementar la escolaridad de las futuras madres, controlar el crecimiento y desarrollo de los niños que iban naciendo hasta cumplir los cinco años de edad, preservar su salud primaria y mejorar el saneamiento ambiental del hogar, mediante el adecuado abastecimiento de agua potable y eliminación de excretas (alcantarillas). Paralelamente se inició también otra intervención destinada a tratar, con una nueva modalidad más eficiente, a los niños menores de dos años con desnutrición avanzada.

      La suma de ambos programas, en un plazo de 25 años, logró corregir y prevenir la desnutrición que se venía produciendo ancestralmente durante los primeros años de vida, de modo que el 98% de los niños en edades de 0 y 5 años, ya crecía y se desarrollaba dentro de parámetros normales, según las normas de OMS. Adicionalmente disminuyeron las muertes prematuras (menores de 15 años), de un 52% en 1970, a un 3% en 1995. Con posterioridad se inició una etapa de desarrollo económico y social, que culminó en 2013 con disminución significativa de la pobreza (11.6%) y un paralelo incremento de la clase media (41.6%) y vulnerable (41.5%). Lo sucedido concuerda con la premisa planteada: "Después de prevenir el daño producido durante los primeros períodos de la vida, iba a ser posible que ocurriera el desarrollo económico y social". Era previo contar con un recurso humano indemne, no dañado, que más tarde pudiese capacitarse y educarse para participar en la demandante sociedad del conocimiento que se aproximaba.

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